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Los árboles de traspatio, es decir, los ubicados en las casas y que se usan para autoconsumo, se convierten en un fuerte foco de transmisión de la bateria el dragón amarillo, la cual caus estragos en las plantaciones de naranja. Foto: Albert Marín. (Albert Marín.)
La aparición de plagas y enfermedades, en particular la de dragón amarillo, el impacto del clima y una fuerte caída de los precios internacionales, tienen al sector de naranjas en una situación complicada. Los productores y la industria temen un colapso.
Los factores combinados, más el efecto de la pandemia en el mercado internacional, llevaron a ese sector productivo a una condición crítica, según los representanes de las grandes empresas.
La combinación de factores tuvo su mayor manifestación cuando Tico Frut presentó un convenio preventivo, ante el Juzgado Concursal de San José, con el objetivo de reestructurar una deuda de $165,9 millones. Esto sucedió el 11 de marzo pasado.
Desde que en febrero del 2011 apareció en Costa Rica la enfermedad del Huanglongbing (HLB) o dragón amarillo, la producción entró en problemas, porque se trata de un problema letal y, por lo tanto, exige un aumento en los costos para tratar de controlarlo.
Los productores estiman que el costo de mantener una hectárea se incrementó en $500 anuales, ante la necesidad de fumigaciones contra esa enfermedad. Esto representa un 20% del total de costos para esa área.
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Pese al interés de los productores para controlar y sostener la bacteria, hoy está presente en todo el país y afecta, por ejemplo, árboles de traspatio o para autoconsumo plantados en las casas.
Desde esos sitios con bajo control fitosanitario se cree que se acentuó la propagación de este mal, advirtieron por separado Roberto Aragón, gerente general de Tico Frut, y Óscar Arias Moreira, empresario agrícola ligado a ese sector y exsocio de Del Oro, la otra gran empresa productora y procesadora.
El Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) es el ente autorizado a erradicar árboles de traspatio infectados, pero tendría que realizar una inspección patio por patio y luego justificar su eliminación.
Más problemas
A la crisis interna por la llegada del dragón amarillo se unió una caída de los precios internacionales del jugo concentrado, lo cual no se debe al exceso de oferta sino a cambios en las costumbres de los consumidores, explicó Arias Moreira.
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De acuerdo con Aragón, la libra (peso oficial de la bolsa en Estados Unidos) de sólidos estaba en cerca de $2 hace un poco más de dos años y bajó a alrededor de $1.
De acuerdo con el portal de Investing.com, en la semana del 15 de julio del 2018 la cotización de ese producto se ubicó en un promedio de $1,70 la libra de sólidos, mientras que el 6 de junio del 2021 cerró en un promedio de $1,21 la libra. La caída en ese periodo es del 29%.
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El problema de precios no se debe, en este caso, a una saturación de oferta. Al contrario, el ataque del dragón amarillo en Florida, el segundo proveedor mundial de concentrado después de Brasil, bajó la producción de 280 millones anuales a 50 millones de cajas de 40,8 kilos.
¿Qué sucede entonces? Un cambio en los hábitos de consumo. En Estados Unidos dejó de ser una constumbre ineludible el desayuno con el jugo de naranja y hubo ataques contra la cantidad de azúcar natural de esa bebida.
A partir de eso, surgieron fuertes competidores, como el jugo de manzana y otros, que continuaron con el efecto en el consumo, explicaron por separado Arias y Aragón.
El gerente de TicoFrut detalló que el impacto de la pandemia terminó por socavar el consumo del producto. Esa empresa de Costa Rica, explicó su gerente, tiene como gran cliente a Coca Cola, la cual a su vez procesa el concentrado y lo vende como jugo listo a cadenas de comida rápida.
El cierre de los restaurantes conllevó a que Coca Cola redujera drásticamente los contratos de compra, recordó Aragón.
Caída en área sembrada
Antes del 2010, la cantidad de hectáreas sembradas con naranja en Costa Rica fluctuaba entre las 27.000 y 25.000, según los informe anuales de la Secretaría Ejecutiva de Planificación Sectorial Agropecuaria (Sepsa), ente técnico adscrito al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
Precisamente hace una década y frente a la inminente llegada de la bacteria del dragón amarillo, el área se ubicó en 25.000 hectáreas.
El área de siembra cayó un 11% al comparar el 2010 con el 2020, mientras que la producción bajó un 13% en ese periodo, al descender de 252.000 toneladas por cosecha a 221.975 toneladas, de acuerdo con los informes de Sepsa.
Según Aragón y Moreira, las empresas y productores se esfuerzan por mantener el área, pues en la zona norte del país, donde están las mayores plantaciones, no hay un plan alterno para utilizar las tierras.
Empero, aseguran que es muy posible un decenso más dramático de las hectáreas cultivadas, lo cual impactaría en los alrededor de 6.000 empleos que genera la producción e industrialización de naranja en Costa Rica.