Desde una fábrica provisional en Cariblanco de Sarapiquí, Alajuela, El Ángel reactivó esta semana la producción de mermeladas, leche condensada y dulce de leche para exportar a Estados Unidos y Centroamérica.
Las ventas a esos mercados se interrumpieron porque el terremoto del 8 de enero destruyó la planta que estuvo en Cinchona, distrito alajuelense de Sarapiquí, más de 30 años.
En menos de cuatro meses El Ángel acondicionó la sede temporal en la finca Noble (propiedad de Grupo El Ángel), en Cariblanco, y la inauguró ayer oficialmente.
La meta de la empresa es construir una planta nueva, a más tardar en dos años, en algún poblado cercano a donde funciona hoy.
“Los clientes (extranjeros) nos sostuvieron los pedidos. No se fueron con otros proveedores. Por eso nuestra urgencia de iniciar operaciones. Además, reabasteceremos completamente el mercado local en unos dos meses”, explicó Domingo Argentini, vicepresidente de la compañía.
La planta provisional de Cariblanco abrió con “el soporte financiero de las empresas hermanas de El Ángel: distribuidoras Panal y Noble, además de Productos Negrini”, explicó Argentini.
Además, luego del terremoto se pudo recuperar el 80% de los equipos que estaban en Cinchona.
Argentini informó de que los 300 empleados de El Ángel ayudaron a trasladar e instalar los equipos en el nuevo sitio. “Fue una gran ayuda económica, porque no contratamos a nadie externo”, dijo.
“La colaboración de los trabajadores ha sido fundamental para que ya estemos produciendo al 60% en tres turnos al día”, agregó el empresario.
La compañía espera alcanzar su capacidad máxima de fabricación en dos o tres meses. El Ángel vende en el país el 60% de sus productos y el resto en el exterior.
“Para nosotros el mercado local es fundamental. En estos meses la gente nos ha enviado pensamientos muy positivos y nos ha alentado con su apoyo”, destacó.
En EE.UU, por ejemplo, la fábrica tiene una alianza con la cadena repostera Collin Street Bakery, a la cual provee mermeladas para rellenos.
Ayuda mutua. En los casi cuatro meses que El Ángel estuvo fuera de funcionamiento, la empresa pagó el salario a sus empleados, según comentaron varios de ellos.
“No nos desampararon y aquí estamos para seguir adelante con ellos y apoyarlos haciendo lo que se necesite y nos manden”, expresó Marta Lidia Arce Morales, quien empaca productos desde hace tres años.
Eulalia Paniagua, por ejemplo, ha alternado sus funciones de supervisora de calidad de productos con el martillo y los clavos.
“Como empezamos desde cero, yo ayudé en la carpintería de este lugar (la planta provisional)”, dijo.
Morales aseguró que el sustento de su familia proviene de su trabajo y el de su esposo, quien desde hace 18 años también labora para El Ángel.
“Además, dos de mis hermanos y un sobrino dependen de esta empresa”, afirmó Morales.
De la planilla de 300 personas en la planta temporal, 270 trabajaron en Cinchona.
“Los otros 30 se fueron por lejanía (de sus casas a la nueva planta) y otros porque quedaron con miedo después del terremoto”, dijo Argentini.
La fábrica en Cinchona era la antigua bodega de productos donde El Ángel efectuaba la fiesta de navidad de su personal.
