Álvaro Cedeño
Economista
Al pie del Parnaso, el monte sagrado de la Grecia Antigua, operaba el Oráculo de Delfos. Un lugar donde la gente venía a hacer preguntas y recibía respuestas a través de pitonisas las cuales se suponía inspiradas por los dioses, y por la fuente de su inspiración, gozaban de amplia credibilidad.
En los trabajos grupales de generación de ideas, de búsqueda de soluciones, se encuentran con frecuencia ideas que no se toman por su valor objetivo sino que se las recibe con mayor o menor apertura, según su procedencia. Si el cuestionamiento lo hace una persona habitualmente crítica, es rebajado con la consideración de que como fulanito es tan negativo, no hay que ponerle mucha atención. Lo mismo ocurre con la idea novedosa que da quien tiene fama de "volado": ¡Qué podíamos esperar de fulanito quien siempre está produciendo ideas locas!
Ocurre también que, como entre los miembros de un grupo existen afinidades o repulsiones de distinta intensidad, cuando la idea procede de alguien que no es santo de nuestra devoción, la valoramos menos que cuando procede de una persona que admiramos. Notemos que tan perjudicial para los resultados puede ser aceptar como excelente una idea mediocre, como descartar sin análisis una idea de alto valor.
¿Cómo hacer para aumentar la objetividad de los grupos de trabajo y lograr que la valoración subjetiva que hacemos de quien da la idea, no perjudique su consideración? Existe una técnica llamada la "técnica de Delfos", según la cual las ideas se emiten anónimamente o las recibe un coordinador, quien elimina todo indicio de su procedencia. Entonces, y puesto que quedan ausentes etiquetas y sentimientos sobre el emisor, se puede hacer un análisis más objetivo.
La técnica da para más. Imagine que se plantea un tema a consideración del grupo. En una primera ronda se producen un conjunto de ideas, las cuales son organizadas por el coordinador, para que ya no sean simplemente una lista de posibilidades sino aglomeraciones de ideas con soluciones preliminares a un asunto. Estas soluciones se devuelven a los participantes, quienes reciben sus ideas unidas a las de otros. Así se estimula el proceso de ideación de esta segunda ronda, porque se encuentran nuevas posibilidades o limitaciones a las ideas originalmente emitidas. Por tanto, en varias rondas, libres de prejuicios, se puede combinar ideas según su valor objetivo.
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