
Un grupo internacional de científicos detectó un exoplaneta con características similares a la Tierra, ubicado a menos de 20 años luz. La comunidad científica lo denominó GJ 251 c, y lo clasificó como una supertierra por tener una masa estimada de casi cuatro veces la de nuestro planeta.
El hallazgo generó gran interés porque el planeta se encuentra en la llamada zona habitable. Esta es la distancia justa respecto a su estrella anfitriona donde podría existir agua líquida en la superficie, si contara con una atmósfera adecuada.
Los investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos, explicaron que este descubrimiento se basó en datos recolectados durante más de dos décadas. El análisis se enfocó en el movimiento Doppler o “bamboleo” de la estrella GJ 251, causado por la atracción gravitacional de los planetas que la orbitan.
Primero, refinaron los datos existentes del planeta ya conocido GJ 251 b, cuya órbita dura 14 días. Posteriormente, combinaron esa información con nuevas mediciones más precisas, que permitieron detectar una señal adicional de 54 días. Esa segunda señal confirmó la existencia de GJ 251 c.
La detección se realizó utilizando el Buscador de Planetas en la Zona Habitable (HPF), un espectrógrafo infrarrojo de alta precisión. Este instrumento fue instalado en el Telescopio Hobby-Eberly del Observatorio McDonald en Texas, con diseño y construcción liderados por el mismo equipo de Penn State.
También se utilizó el espectrómetro NEID, desarrollado por esa universidad y ubicado en el Observatorio Nacional Kitt Peak, en Arizona, para confirmar los resultados.
El objetivo del proyecto fue localizar planetas capaces de albergar agua líquida. GJ 251 c se perfila como uno de los candidatos más prometedores para futuras misiones que buscarán rastros de vida atmosférica.
Uno de los retos principales en este tipo de descubrimientos consiste en distinguir la señal de un planeta de la actividad de su estrella. Fenómenos como las manchas estelares pueden simular señales similares a las de un planeta. Para superar esto, los expertos aplicaron modelos computacionales avanzados que permitieron separar el ruido de las señales reales.
Aunque actualmente no existen imágenes directas del exoplaneta, los científicos indicaron que la próxima generación de telescopios podría estudiar su atmósfera. Esa observación permitiría buscar elementos químicos que indiquen posibles formas de vida.
GJ 251 c está bien posicionado para futuras observaciones directas. Los investigadores ya trabajan en el desarrollo de telescopios terrestres de 30 metros, con capacidad para captar imágenes de planetas rocosos en zonas habitables.
El descubrimiento fue resultado de una colaboración internacional con participación de múltiples instituciones, expertos en instrumentación astronómica y análisis de datos. También fue posible gracias a financiamiento público sostenido durante más de dos décadas, destacaron desde la Universidad Estatal de Pensilvania.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de una agencia de noticias y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
