
En el corazón de la Antártida, uno de los territorios más aislados del planeta, un experimento científico de gran escala inició la búsqueda de respuestas sobre la composición del Universo.
El 15 de diciembre, un grupo internacional de investigadores lanzó un balón estratosférico que, al inflarse por completo, alcanzó un tamaño comparable al de una cancha de fútbol. La plataforma transportó el experimento General AntiParticle Spectrometer (GAPS), diseñado para estudiar la materia oscura.
El balón operó a una altitud cercana a 38 km, por encima de la mayor parte de la atmósfera terrestre. Esta condición permitió reducir interferencias y mejorar la precisión en la detección de partículas procedentes del espacio. La Antártida ofreció además corrientes atmosféricas estables y extensos periodos de operación continua durante el verano austral.
Estas características convirtieron al continente en un entorno ideal para experimentos científicos de larga duración con globos, una tecnología que la NASA utilizó durante décadas. De acuerdo con la Universidad de Hawái en Mānoa, el proyecto GAPS siguió la línea de otras misiones antárticas que generaron resultados relevantes y pusieron a prueba teorías establecidas de la física.
La búsqueda de la materia invisible
El objetivo central del GAPS consistió en detectar antiprotones y antideuterones, partículas de antimateria extremadamente raras. Para la comunidad científica, estos elementos funcionaron como posibles indicadores indirectos de la presencia de materia oscura, que representó cerca del 85% de la masa del Universo.
Aunque los efectos gravitacionales de esta materia se observaron en galaxias y cúmulos galácticos, su detección directa continuó sin lograrse. La identificación de sus propiedades abrió la posibilidad de comprender mejor la estructura del cosmos y de descubrir nuevos principios físicos.
Según información divulgada por los responsables del proyecto, el experimento se enfocó en un rango de energía poco explorado. En ese escenario, las señales asociadas a la materia oscura podrían sobresalir frente al ruido generado por otras fuentes cósmicas.
Trabajo científico global
El proyecto reunió a investigadores de instituciones de Estados Unidos, Japón, Italia y China, además de la Universidad de Hawái en Mānoa. La iniciativa integró a científicos y estudiantes en tareas que incluyeron la operación del vuelo y la construcción y calibración de los detectores.
Antes del lanzamiento, el experimento pasó por una extensa fase de pruebas e integración en instalaciones de la NASA, lo que reforzó el carácter técnico y colaborativo de la misión. La operación sobre el continente helado representó una apuesta científica de alto riesgo, basada en el uso de tecnología relativamente simple bajo condiciones extremas.
El balón del GAPS simbolizó así un esfuerzo por estudiar una forma de materia que, aunque invisible, influyó de manera decisiva en la evolución y estructura del Universo conocido.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
