
Un hallazgo en Ucrania sorprendió a la comunidad científica. Perros que habitan la zona de exclusión de Chernóbil mostraron cambios genéticos que podrían conferirles resistencia al cáncer, tras décadas de vivir en un ambiente con alta radiación.
La investigación, publicada en la revista Science Advances, analizó muestras de sangre de 302 perros recogidas entre 2017 y 2019 en tres áreas: la antigua planta nuclear de Chernóbil, la ciudad del mismo nombre —a 15 km de distancia— y Slavutych, situada a 45 km y construida para alojar a trabajadores tras el accidente.
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Origen en el desastre nuclear de 1986
La explosión del reactor 4 de la planta liberó grandes cantidades de césio-137 e iodo-131. La contaminación afectó más de 2.600 km² y obligó a evacuar a miles de personas, dejando animales domésticos abandonados. Entre ellos se encontraban los antepasados de los perros actuales.
Con la reducción de presencia humana, la fauna silvestre regresó. Lobos, jabalíes, caballos y perros ocuparon el territorio, adaptándose a las condiciones extremas.
Los análisis revelaron que los perros de la planta tienen baja diversidad genética y gran similitud entre sí, lo que apunta a un efecto fundador: una población derivada de pocos individuos. En cambio, los de la ciudad de Chernóbil presentaron mayor diversidad y los de Slavutych mostraron influencia de razas modernas como labrador y yorkshire, indicio de introducciones recientes.
En total, se identificaron 15 grupos genéticos, con linajes que se cruzan entre las tres localidades y con parentesco con pastor alemán, bóxer y rottweiler.
Adaptación en lugar de daño genético
Contra lo esperado, no se detectaron mutaciones aleatorias típicas de radiación. Las variaciones encontradas en más de 390 regiones del genoma parecen estar asociadas a selección natural, especialmente en genes relacionados con reparación del ADN y respuesta inmunitaria.
Esto sugiere un proceso evolutivo hacia una mayor tolerancia a la radiación, similar a la forma en que la radioterapia activa defensas en el cuerpo humano.
Trabajos anteriores con lobos de la región, dirigidos por la bióloga Cara Love, ya habían mostrado resistencia al cáncer. Los perros parecen seguir esa tendencia, con menor incidencia de la enfermedad y más capacidad de supervivencia.
El equipo planea ampliar el estudio para evaluar el sistema inmune, la presencia de parásitos y otros animales de la zona. El análisis de estos procesos podría tener aplicaciones en medicina, salud ambiental e incluso exploración espacial, al ofrecer claves sobre cómo organismos complejos enfrentan ambientes hostiles como Marte.
Actualmente, los perros viven entre edificios abandonados, estructuras corroídas y vías oxidadas, alimentándose de restos dejados por visitantes y trabajadores. Pese a las condiciones extremas, la población no solo se mantiene, sino que evoluciona.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
