Londres. EFE. William Shakespeare, el mayor dramaturgo de todos los tiempos, murió víctima de un tumor en un ojo y no a consecuencia de una borrachera, según las últimas investigaciones publicadas por la prensa británica.
De acuerdo con la tradición, el autor de Hamlet fue atacado por una fiebre altísima tras una francachela con dos amigos, el famoso dramaturgo Ben Johnson y el menos conocido Michael Drayton, fiebre que provocó su muerte a los 52 años, en abril de 1616.
Pero una serie de pruebas llevadas a cabo por científicos alemanes, que han comparando su mascarilla con un busto en el club Garrick, de Londres, indican la existencia de un tumor de gran tamaño en el párpado izquierdo.
Hildebard Hammerschmidt-Hummel, profesora de la Universidad alemana de Maguncia, se ha basado en pruebas llevadas a cabo por expertos forenses, dermatólogos, patólogos y oftalmólogos, además de expertos en imágenes tridimensionales, para asegurar que el busto que se conserva en Londres y la mascarilla, que está en la ciudad alemana de Darmstadt, corresponden al escritor.
Frente a la opinión de otros expertos, según los cuales la mascarilla no parece corresponderse con otras imágenes atribuidas al bardo inglés, la profesora alemana, que la ha comparado con el busto del club Garrick, está convencida de que tanto aquella como el busto son realmente de Shakespeare.
La máscara, que lleva la fecha de 1616, esto es, el año en que murió el dramaturgo, fue adquirida en Londres en 1715 por un aristócrata.
El aspecto real de Shakespeare constituye uno de los grandes enigmas de la historia de la literatura europea, que cree, sin embargo, haber resuelto la National Portrait Gallery, de Londres.
Durante una meticulosa investigación de cuatro años, en los que se han examinado con rayos X y otros instrumentos científicos seis retratos que aspiraban a representar al escritor, los expertos de la galería consideran que el auténtico es el que lo muestra con barba y un pendiente dorado.