Diciembre, aun en medio de una pandemia, sigue siendo ese mes en donde la llegada de la Navidad, la brisa fría, la luz... invitan a estar de buen humor, llenos de alegría y con esperanza de que vendrán mejores momentos.
A muchos, sin embargo, esta época no les genera entusiasmo, sino que, por el contrario, les detona episodios depresivos. Es a ellos a quienes el contexto de la pandemia de la covid-19 podría profundizar la tristeza.
“Este año es más la cantidad de personas con duelos por la muerte de un familiar de quien no pudieron despedirse. Hay duelos por pérdida de trabajo o por rupturas amorosas de relaciones que muchas veces tenían años y se veían muy estables”, expresó la psicóloga Mariana Rojas.
“La llegada de la Navidad hace que, inconscientemente, comparemos lo que vivimos en años pasados y eso hace que la tristeza aflore más. Ha sido un año en el que todavía seguimos teniendo mucha duda e incertidumbre”, agregó.
Diferentes caras de una misma época
Tradicionalmente, la tristeza navideña se da mayormente en dos tipos de personas, con diferente intensidad.
Por un lado están quienes sufrieron durante el año la pérdida de un ser querido, rupturas de relaciones de pareja, pérdida de empleo, enfermedades o accidentes. Estas personas podrían haber sobrellevado bien su situación durante el año, pero la llegada de la Navidad les trae recuerdos.
Ellos sufren tristeza, nostalgia o la llamada “reacción de adaptación”, en donde es muy común recordar cosas vividas o fantasear con el “cómo hubiera sido si...”.
En este caso, las personas pueden sobrellevar la situación con el apoyo de sus familiares, amigos y haciendo actividades que les gusta. Pero este año se complica porque no pueden tener ese apoyo de manera física o constante.
“Los latinos somos muy físicos, nos gusta abrazar, besar, vernos cara a cara y esto no lo podemos hacer este año”, manifestó el médico Paulo Castro.
El otro grupo de personas expuestas a esta condición son quienes tienen un trastorno depresivo o están propensos a tenerlo por factores biológicos o genéticos.
En ellos, la tristeza y el llanto se acompaña de insomnio, desórdenes en la alimentación, sentimientos de culpa e ideas suicidas.
“Son personas que deben tener un mayor seguimiento. En estos casos, es importante tener a mano los números del psicólogo o psiquiatra que los atiende para que ellos sepan que tienen una voz profesional dónde acudir. Esto no borra el apoyo de la familia y amigos, pero es una guía necesaria”, manifestó Rojas.
Por otra parte, en año tan particular se suma otro grupo: quienes más bien disfrutan mucho de las fiestas navideñas y este año se sienten privados de todas las festividades.
“En diciembre, usualmente se nos pide estar con mayores actividades sociales y viendo a personas que tal vez no habíamos visto durante el año. Este año más bien se nos recomienda quedarnos en casa y celebrar en nuestro núcleo familiar.
“Eso nos genera un conflicto, lo vemos como contradicción, no nos hemos terminado de acostumbrar del todo a la dinámica de este año”, expuso Castro.
Aunque la depresión es más común en adultos, también puede presentarse en niños, más en un año en el que han tenido tantos cambios y no han podido compartir con compañeros, vecinos o primos.
En esta población, los síntomas son un tanto diferentes y podrán incluir llanto fácil, rabietas, tristeza, enojo injustificado, cambios de sueño o de alimentación.
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¿Qué hacer?
Castro asegura que para muchas personas la situación no se resuelve con un simple consejo, pero tal vez, lo más importante es saber cuándo buscar ayuda.
“Nos cuesta buscar o pedir ayuda cuando se trata de nuestras emociones, es mostrar nuestra vulnerabilidad. Pero es bueno saber que si estamos con trastornos de sueño, o con problemas emocionales, hay momentos en los que es necesario buscar ayuda profesional de alguien de psicología o psiquiatría.
“Este año es muy diferente, es muy normal que más personas necesiten ayuda”, afirmó el médico.
Según Rojas, es normal sentirse triste o sin energía, pero si los síntomas se agravan o persisten por 15 días es importante buscar ayuda o acudir a un especialista, ya que esto puede tratarse para que la persona se sienta mejor.
Una buena aliada es la actividad física: unos 30 minutos al día, ojalá al aire libre, ayudarán en el proceso.
Dormir bien también es un apoyo para salud mental y emocional, pues contribuye a producir hormonas ligadas al bienestar, como las endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina.
Otro punto importante es evitar el abuso del licor o el uso de otras sustancias, pues más bien alteran el balance emocional.
Para Castro, es vital tener esperanzas de cara al nuevo año: “este año fue muy difícil y duro para todos, pero ya hay esperanzas. La vacuna se comienza a vislumbrar como algo que, aunque no nos elimina la pandemia, sí será una gran herramienta. El próximo año va a ser mejor”, concluyó.
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