
No solo el vino tinto protege el corazón. Consumir leche diariamente, además de favorecer la salud de los huesos, protege contra enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte en nuestro país.
Este es el resultado de un estudio realizado aquí por la costarricense Hannia Campos, investigadora de la Escuela de Salud Pública de Harvard.
Esta investigación, publicada en en la revista
El reporte señala que las personas que consumen cuatro porciones de lácteos por día tienen hasta un 43% menos de riesgo de sufrir un infarto.
La protección depende, en gran medida, de la alimentación de las vacas que produjeron esa leche. Si se consume leche de vacas alimentadas principalmente con pasto, como las de Costa Rica, se tendrá mayor protección cardíaca que si se toma leche de vacas alimentadas solo con granos, como las de Europa.
Esto es así porque las vacas producen una grasa llamada ácido linoleico conjugado (CLA, por sus siglas en inglés), considerada “protectora” del corazón. Las vacas que comen pasto producen cinco veces más CLA que las que comen granos.
La especialista señala que el CLA proveniente de la leche baja los niveles de grasa saturada en las arterias, y esto hace que la sangre fluya mejor y el riesgo de infarto sea menor.
“La gente con más CLA en su tejido adiposo –grasoso– es la que tiene menor riesgo de un infarto, y los lácteos son la fuente principal de CLA”, explicó Campos.
“El resultado se ve con la ingesta de cualquier lácteo. Quienes consumen dos porciones al día tienen más protección que quienes comen solo una o no consumen. El mayor beneficio lo vimos en quienes comían cuatro porciones diarias”, añadió.
Una porción puede ser un vaso de ocho onzas de leche, una tajada de queso, dos cucharadas de natilla, o un tercio de taza de helado.
Los lácteos son alimentos de consumo diario en Costa Rica. Sin embargo, los ticos no alcanzan a consumir las cuatro porciones diarias. La última Encuesta Nacional de Nutrición del 2009 indicó que los costarricenses, en promedio, consumen entre 500 y 750 ml (de dos a tres porciones) de leche al día.
El estudio señala que la leche descremada no es tan beneficiosa para el corazón, porque, aunque tiene menor cantidad de grasa saturada que la leche entera, también tiene niveles menores de CLA.
Durante 10 años, los investigadores visitaron todos los días los hospitales públicos del Valle Central en busca de personas que hubieran sufrido su primer infarto.
Por cada paciente se buscó a una persona de la misma edad, sexo y zona de residencia que no hubiera tenido un infarto para que fungiera como control.
El estudio del CLA y el consumo de lácteos en Costa Rica tomó en cuenta a 1.813 pacientes de infarto y a 1.813 controles. A todos se les tomaron medidas de talla, peso, estatura, así como muestras de sangre y del tejido adiposo (para ver sus niveles de grasa saturada y compararlos con los de CLA).
Además, cada uno respondió un cuestionario sobre historia médica, alimentación, actividad física, fumado y hábitos de vida.
Las muestras de tejido adiposo indicaron que las personas que no habían sufrido infartos tenían mayores niveles de CLA en su tejido adiposo que quienes habían tenido. Los mayores niveles de CLA en el cuerpo se asociaron con una reducción del 43% del riesgo de infartos.
Al medir estos datos según la cantidad de lácteos consumida por día, se halló que el beneficio mayor está en quienes consumen cuatro porciones diarias de lácteos.
Con estas conclusiones, los investigadores ahora apuestan por encontrar formas de producción de leche que contengan mayor cantidad de CLA para proteger aún más el corazón de los consumidores.
Los próximos estudios se harán en conjunto con productores nacionales de leche. El objetivo es mejorar los pastos que consumen las vacas lecheras y dejar de lado los concentrados de cereales –parte complementaria de su alimentación– , para así obtener productos que ofrezcan mayor efecto “protector” contra los infartos.