Gabriela Orozco, de 33 años, sufre hipertensión desde los 19 años. Hace poco más de cinco años el tratamiento convencional dejó de funcionarle.
“Tenía dolores de cabeza, hormigueos en la cara y visión borrosa. Me aumentaron la dosis y la cantidad de medicamentos, pero llegó el momento en el que se hizo incontrolable: la presión me llegaba a 250/170 mmHg y estaba tomando como cinco medicamentos”, contó esta herediana.
La hipertensión es una enfermedad crónica que se caracteriza por una presión arterial superior a los 140/90 mmHg.
Orozco padece de un tipo que es resistente a los fármacos, una condición que presentan de un 5% a un 10% de los pacientes. En este caso, el riesgo de infarto, derrames cerebrales o insuficiencia cardíaca es mucho mayor.
Ella fue la primera costarricense en ser sometida a un procedimiento llamado denervación renal, la única opción que tienen los pacientes en su condición para controlar la enfermedad.
Esta intervención ya se realizó ayer en dos pacientes en el Hospital México. La Clínica Bíblica ya se prepara para aplicarla.
El tratamiento. Consiste en destruir los nervios del riñón con radiofrecuencia para así regular la presión del paciente.
El cardiólogo Luis Gutiérrez, quien realizó esta técnica, explicó que los nervios que llegan a los riñones generan una hormona llamada renina que, a su vez, aumenta la producción de otra hormona, la angiotensina. Niveles muy altos de esta están asociados con ese tipo de hipertensión.
Al practicar este procedimiento, la generación de angiotensinas se reduce hasta en un 50%.
“En los pacientes que responden bien al tratamiento convencional, la producción hormonal en los riñones es normal, y por eso los medicamentos funcionan. En quienes tienen resistencia, la destrucción de los nervios es la que baja la producción de la hormona y la presión”, dijo Gutiérrez.
“La mayor parte de los pacientes deben seguir recibiendo algún tipo de medicamento, pero en menor cantidad”, añadió.
¿Cómo se hace? Los especialistas aplican anestesia total y posteriormente insertan un catéter por la arteria femoral del paciente, en la pierna.
Con la ayuda de rayos X, se va hacia la aorta y se aplica un líquido de contraste (que tiñe las arterias renales) para verificar si estas tienen el grosor necesario para el tratamiento (4 mm).
Luego, se viaja hacia la arteria renal y, con la ayuda de un catéter especial llamado simplicity, se aplican ondas de radiofrecuencia a los nervios. El catéter realiza de cuatro a seis ablaciones o intervenciones de 120 segundos cada una en distintas zonas del riñón. Se hace en las dos arterias renales de la persona.
El procedimiento es casi ambulatorio y dura entre 30 minutos y una hora, pero se coloca anestesia total para evitar molestias y dolores en el paciente.
“El beneficio no es inmediato, debe esperarse aproximadamente un mes. Los estudios han arrojado que la presión sistólica baja un promedio de 30 mmHg y la diastólica 10 mmHg. El 90% de los pacientes mejora su condición”, dijo Gutiérrez.
Resultados. Orozco no fue la única persona en someterse ayer a esta operación. Dos horas después, Maritza Briones, vecina de Puerto Viejo de Sarapiquí, ingresó al quirófano.
“Tengo 27 años de ser hipertensa. Tenía dolores de cabeza y náuseas. La presión se me subía muchísimo y yo no podía hacer nada. Ahora me siento muy bien, todo es cuidarme y esperar”, aseguró la mujer.
Para Gutiérrez, este procedimiento puede ayudar e incluso salvar la vida de miles de costarricenses cada año.
“La hipertensión es la enfermedad crónica más común; ese 5% o 10% de personas que padecen la resistencia a medicamentos son en realidad miles de personas”, aclaró.
El especialista señala que el mayor problema de este padecimiento es que no produce síntomas en muchos pacientes, lo que puede llevar a complicaciones mayores en un futuro.
Por esta razón, recomienda que las personas se tomen regularmente la presión arterial.