El ruido en la Gran Área Metropolitana aumentó un 40% en los últimos seis años y ya alcanzó niveles que afectan la salud y la vida cotidiana de la población.
Un estudio del Centro de Investigación en Ciencia e Ingeniería de Materiales (Cicima), de la Universidad de Costa Rica, señaló que los niveles de contaminación sónica son todavía mayores en hospitales y centros educativos, lugares que por sus características deberían tener el menor ruido posible.
Este informe se presenta cada seis años y mide siempre los mismos lugares, comparando resultados año con año.
Esta última investigación duró dos años. En ella se utilizaron sonómetros estandarizados para estudiar 112 centros educativos y sus alrededores, y se descubrió que el 58% sobrepasaba los límites sonoros y el 11% tenía contaminación sónica severa.
En el caso de hospitales y clínicas, de los 30 analizados el 73% estaba por encima del los límites mínimos de ruido y el 13% afrontaba contaminación sónica severa.
“Hay dos factores que aumentan esta contaminación. Por un lado, la flota vehicular aumentó considerablemente estos años; por otro, ni el Ministerio de Salud ni el de Obras Públicas y Transportes han puesto control sobre el nivel de ruido emitido en las calles”, dijo José Araya, jefe de la investigación.
Para Araya, el principal problema radica en el aumento de la circulación de motocicletas. Además, el nivel máximo de ruido autorizado para las motos (98 decibeles) es mucho mayor que el permitido en Europa (77 decibeles).
“Cada diez decibeles el oído siente como si el ruido hubiera aumentado el doble. Se necesitarían 125 motos europeas para emitir el ruido de un a moto tica”, añadió.
Lugares de más riesgo. Según el documento, el lugar más crítico del país está en el paseo Colón, San José, justo frente al Hospital San Juan de Dios, donde el ruido supera el doble de lo permitido por ley.
Situación similar enfrentan la Escuela Esmeralda Jiménez, en Cinco Esquinas, Tibás; el Liceo Napoleón Quesada, en Guadalupe, y el Rodrigo Facio, en Zapote, donde hay contaminación sónica severa.
“Los profesores se quejan de dolores de garganta y dicen que tienen que explicar más rápido para terminar una idea antes de que pase el próximo camión, bus o moto y así evitar gritar”, comentó Araya.
El Cicima hizo simulaciones de cuánto podría escuchar y comprender un estudiante en un aula expuesta a tanto ruido y llegó a la conclusión de que quienes están sentados de la mitad para atrás de la clase, solo perciben el 50% de las palabras del educador.
Consecuencias para la salud. Según investigaciones realizadas por el alemán Wolfang Babisch, publicadas en el Noise and Health International Journal , si una persona está expuesta a contaminación sónica, su riesgo de enfermedades cardiovasculares crece un 40%.
“Las posibilidades de enfermedades cardiovasculares son preocupantes. Son la primera causa de muerte en Costa Rica y a esto hay que agregarle la afectación en la voz, y el estrés y cansancio que genera escuchar ruidos constantemente”, manifestó Araya.
Sin embargo, el informe encontró lugares con condiciones de ambiente sonoro ideales, como el Instituto Tecnológico de Costa Rica en Cartago, o los cantones de Vázquez de Coronado y Aserrí, donde son pocas las veces que se sobrepasa el mínimo de ruido establecido.