Desde ayer, Gene Warneke puede flexionar sus rodillas y mover sus piernas como cualquier otra persona normal.
Este estadounidense radicado en Puerto Jiménez, Puntarenas, es la primera persona en Centroamérica en utilizar una C-leg, una prótesis con rodilla biónica que, a través de un microcomputador, permite una flexión completa de las rodillas y movimientos como agacharse o permanecer de cuclillas, algo que no se logra con otro tipo de prótesis.
Además, esta tecnología evita caídas y faltas de equilibrio que suelen ser comunes con las prótesis convencionales.
Warneke perdió su pierna izquierda hace dos años debido a una trombosis, una coagulación extrema en la sangre de las arterias inferiores. La única solución fue amputar la pierna.
Después de su amputación, Warneke utilizó dos tipos de prótesis convencionales. También tuvo una prótesis avanzada con rodilla móvil, que tenía un procesador que registraba sus movimientos y le permitía caminar rápido y trotar.
Ahora, con la C-leg puede realizar todas las actividades que llevaba a cabo antes de su amputación.
“No puedo creerlo. Estoy conteniéndome para no llorar. Llevo menos de una hora con esta prótesis, y, aunque todavía tengo que acostumbrarme, me siento como si tuviera mi pierna original. Puedo agacharme, patear, sentarme y flexionar esta nueva rodilla al máximo. Pronto voy a poder bailar tango y salsa”, expresó Warneke.
La C-leg funciona con un microcomputador que detecta el peso de cada movimiento y, con base en esto, provoca la flexión de la rodilla. Un cilindro lleno de aceite funciona de manera hidráulica para brindarle facilidad de movimiento y evitar que la prótesis se desgaste.
“Cada vez que hacemos un movimiento con nuestras piernas como caminar, subir o bajar escaleras, agacharnos o sentarnos, ejercemos peso sobre nuestras rodillas. Este procesador identifica el peso y, de esa manera, se produce la flexión que la persona necesita”, comentó Cozzarelli.
Una vez colocada la prótesis, esta debe calibrarse a través de una computadora para determinar las especificidades del paciente. Por medio de un control remoto, el microcomputador recibe información sobre la estatura, peso y tamaño del pie del usuario. Así, el microcomputador dentro de la rodilla reconoce las dimensiones del usuario y la fuerza que puede ser ejercida sobre la rodilla artificial.
Concluido este proceso, el usuario debe caminar a diferentes velocidades, sentarse, agacharse, flexionar sus rodillas y hasta dar pequeños saltos para calibrar, vía computadora, el peso que ejerce el cuerpo sobre la rodilla artificial y el tipo de flexión necesaria para cada caso.
“La computadora calibra a control remoto toda la información necesaria para el funcionamiento de la prótesis. Una vez que el microcomputador de la rodilla esté calibrado, ya no será necesario incluir más información y la rodilla podrá actuar como lo hace una rodilla natural”, explico David Knowles, especialista en prótesis de avanzada.
Esta rodilla biónica no está indicada para menores de 15 años, pues pesa 1,45 kilos y resulta muy molesto para un niño. Tampoco está indicada para practicar deportes de alto rendimiento.
La prótesis tiene un valor de $30.000 (más de ¢15 millones) y solo se consigue por pedido. Sin embargo, la idea de Cozzarelli es aprender a diseñar esta tecnología y ofrecerla a un precio menor.
Por su parte, Warneke venderá su prótesis anterior que permitía una movilidad parcial de la rodilla y era segura para caminar y trotar.
“Sabemos de una mujer de 31 años que perdió su pierna debido al cáncer. La comunidad está colaborando para comprar esta prótesis. Me gusta poder ayudar”, dijo Warneke, quien agregó que ya se alista para volver a bailar como lo hacía antes de su enfermedad.