Durante 2023, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) registró 19.299 atenciones en consulta externa por obesidad infantil en niños menores de nueve años. Esto, a su vez, aumenta el riesgo de enfermedades crónicas más graves, como la diabetes tipo 2.
Los hombres se ven más afectados, pues recibieron el 58% de las consultas y el 66% de las hospitalizaciones por esta causa. Durante el 2023, hubo 35 hospitalizaciones en hombres de este grupo de edad y 18 en mujeres. Estas cifras preocupan a la CCSS, porque aumentaron en más del doble desde 2019.
Grace Murillo Loaiza, coordinadora nacional de Nutrición de la CCSS, señaló que es trascendental velar por una buena alimentación para evitar aumentos de peso en estas edades y una futura exposición a enfermedades. Una buena alimentación reduce el riesgo no solo de diabetes, también de hipertensión y de niveles alterados de colesterol y triglicéridos.
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Estudio de UCR confirma exceso de alimentación en escolares
Los datos de la CCSS son la consecuencia de muchos factores, pero el exceso de alimentación y la ingesta alta de azúcar, grasa y productos ultraprocesados son factores de riesgo para el sobrepeso y la obesidad.
Un estudio de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Costa Rica (UCR) confirmó que los niños de preescolar y escuela están sobrealimentados y esto puede exponerlos a sobrepeso y obesidad.
La investigación se realiza desde hace varios años. En 2024 visitaron nueve centros educativos y de cuido, tanto públicos como privados; participaron 641 menores de edad. La evaluación contempló la toma de medidas de peso y talla, y la consulta y revisión de hábitos alimentarios y de actividad física.
Los resultados arrojaron que el 24,5 % de niños analizados ya presentaba sobrepeso u obesidad.
Ofelia Flores Castro, una de las investigadoras, señaló que los menores repetían tiempos de comida y consumían más de lo que necesitaban. Esto es así porque en algunos centros educativos se les proporciona comida y las familias también les envían meriendas.
“Vimos que las familias mandaban una merienda para cada recreo, a pesar de que a veces están separados únicamente por dos lecciones y son recesos cortos, de cinco minutos, que pueden utilizar para jugar y moverse”, expresó.
González coincidió: “Las meriendas que llegan desde la casa no se acercan, ni a regular, en cuanto a su calidad nutricional”.
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La calidad de los alimentos que reciben los niños
Las investigadoras de la UCR vieron que la falta de presupuesto en los comedores escolares impacta directamente en la calidad de la comida que reciben los estudiantes en los centros del Ministerio de Educación Pública (MEP).
Por ejemplo, no en todos los centros los almuerzos incluyen la fruta que corresponde con su plato.
Además, muchos menores tampoco reciben la ensalada o el picadillo correspondiente, o reciben una porción más pequeña de la necesaria. Un ejemplo citado por las expertas fue la ensalada, en la que los estudiantes de primero y segundo ciclo recibieron menos de media pinza en su plato. Los lácteos como leche, queso y yogur también escaseaban.
“La falta de presupuesto lleva a un deficiente consumo de frutas y vegetales y no contribuye en la formación de hábitos alimentarios saludables que tengan un efecto positivo para una ganancia saludable de peso”, afirmó Rocío González Urrutia, una de las investigadoras.
También vieron problemas en la manipulación de los alimentos.
Las meriendas que llevan los estudiantes desde sus casas también se caracterizan por un alto contenido de azúcar añadida y grasas.
Como ejemplo, las investigadoras citaron refrescos azucarados de caja (las familias enviaban de dos a tres unidades en una sola merienda), galletas dulces rellenas (hasta dos paquetes por merienda) y comidas rápidas tipo hamburguesas.
“A partir de 2020 vimos que la fruta en la merienda casi no estaba presente, y si lo estaba la niña o el niño no se la comía, solo lo empacado”, indicó Flores.
Las investigadoras enfatizaron que ellas entienden que las familias cada vez tienen menos tiempo para preparar meriendas, pero también vieron que hay menos involucramiento e interés de los padres por lo que comen los hijos.
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Prevención de la obesidad infantil desde el embarazo
Murillo enfatizó que el combate a la obesidad infantil comienza con una buena alimentación de la madre durante el embarazo y posteriormente con seis meses de lactancia materna. A partir del sexto mes se pueden introducir poco a poco alimentos a la dieta del bebé.
Esta alimentación complementaria debe incluir alimentos saludables, naturales y variados de todos los grupos. Se debe comenzar con texturas suaves en trozos pequeños. Conforme va creciendo pueden agregarse texturas más complejas.
Estos son algunos consejos de Murillo:
- La alimentación se debe iniciar con comida realizada en casa. Estos primeros alimentos deben ser majados, ya después en trozos y más adelante como los consume el resto de la familia.
- La alimentación complementaria debe acompañarse con la leche materna.
- No agregar sal ni azúcar.
- Ofrezca diferentes colores, texturas y sabores.
- Introduzca alimentos de manera que su bebé aprenda a reconocer señales de hambre y saciedad.
Por su parte, las investigadoras de la UCR enfatizaron que la buena alimentación no solo debe darse en el hogar, también en las instituciones educativas y las comunidades, donde debe procurarse una variedad de alimentos grande y lo más natural posible.
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