Los niños siempre tienen energía y están en constante movimiento. Por su salud, los padres y encargados deben tratar de animarlos a que así sea, más cuando muchos de ellos se encuentran en periodo de vacaciones de medio año.
Pero una cosa es moverse por diversión y otra muy distinta es ponerlos a cumplir un régimen más estructurado de ejercicio.
Sobre esto último, existe consenso médico y científico de que el entrenamiento de fuerza es quizá una de las mejores alternativas pues, sin convertirlos en pequeños fisicoculturistas, puede generarles numerosos beneficios en su desarrollo corporal, mental y emocional.
Según Erick Solano, ortopedista especializado en Medicina del Deporte del Comité Olímpico Nacional (CON), se conoce como entrenamiento de fuerza infantil a aquel deporte que utiliza básicamente la fuerza del propio cuerpo del niño.
“El entrenamiento de fuerza puede ser una manera divertida para que los niños desarrollen músculos, articulaciones y huesos saludables.
”Con un programa diseñado y supervisado adecuadamente, pueden mejorar su resistencia, su estado físico general y su rendimiento deportivo”, explica la Asociación Estadounidense de Acondicionamiento Físico y Fuerza (NSCA, por sus siglas en inglés) en su sitio web.
El entrenamiento de fuerza puede ayudar a prevenir lesiones y acelerar la recuperación de estas. Eso sí, el doctor Solano recalca que, para que funcione de la mejor manera, no deben utilizarse elementos de fuerza adicionales al peso del menor, debido a que las líneas de crecimiento de su organismo aún están en desarrollo y ello podría generar lesiones, principalmente en las articulaciones.
Dudas razonables. Los pediatras reciben muchas consultas de los padres, que temen que cierto tipo de ejercicio pueda causar a sus hijos un daño en vez de beneficios. “Es aquí cuando aparecen mitos como la relación entre la estatura y el levantamiento de fuerza. En realidad, esto se debe más a lesiones que puedan producirse”, comentó el especialista.
Mientras el niño utilice las técnicas correctas y levante una cantidad adecuada de peso, el entrenamiento de fuerza no debería tener ningún efecto sobre las placas de crecimiento, la capa cartilaginosa cercana al extremo de los huesos en la que tiene lugar la mayor parte del crecimiento óseo, asegura el médico.
La organización estadounidense KidsHealth asegura que los menores pueden iniciarse en este tipo de entrenamiento entre los siete y los ocho años, edad en la pueden incrementar el equilibrio y el control, así como tomar conciencia de su propio cuerpo.
Una vez en la pubertad, dice Solano, se podría iniciar el trabajo con peso adicional, pero aclara que cada disciplina y etapa etaria debe trabajarse por separado.
De acuerdo con Nicolás Zúñiga Hernández, entrenador personal acreditado por la NSCA, entidad encargada de supervisar a los profesionales en esta rama en los Estados Unidos, este entrenamiento podría traducirse en menos riesgos y más fuerza para los pequeños.
La razón se debe a que, a diferencia de disciplinas como fútbol, básquet o atletismo, este permite mayor control del impacto en las articulaciones, lo que, en el largo plazo, disminuye las lesiones.
Entre los beneficios que destaca la NSCA, está el desarrollo de músculos, articulaciones y huesos saludables, siempre y cuando se utilicen las resistencias y programas de acuerdo con la edad y las condiciones físicas.
Asimismo, Zúñiga explicó que la llamada hipertrofia muscular en los menores es prácticamente imposible, debido a que carecen de los niveles de andrógenos necesarios para desarrollar su musculatura. Agregó que si bien los ejercicios no son iguales a los de un adulto, sí requieren de técnica para su ejecución.
“El niño no es como un adulto. Ellos llegan a un gimnasio a jugar, y es ahí donde entra el trabajo del especialista”, comentó Zúñiga.
El instructor asegura que el entrenamiento de fuerza es ideal para aquellos menores que, por falta de destrezas físicas, no han podido integrarse a grupos de deportes como el fútbol, y que este deporte les permitiría mejorar su salud y también su autoestima.
Una postura similar manifestó Pablo Gamboa, educador físico especialista en movimiento humano y recreación, quien afirma que esta dinámica es una alternativa ideal para incrementar la condición física de los menores.
“(El entrenamiento de fuerza) permite combatir el sedentarismo, tan frecuente entre los adolescentes, principalmente por el sistema de vida que manejan”, añadió.
Tanto Zúñiga como Gamboa insistieron en la necesidad de la supervisión de un experto para evitar daños en los menores.
Solano concluyó que la tendencia no es levantar pesas, sino realizar deporte por salud.
El problema, en su criterio, radica en que los padres empujan a los niños menores de 14 a regímenes competitivos para obtener resultados en el corto plazo, cuando debería ser una actividad con objetivos más recreativos.