
La tos nocturna figura entre los síntomas más incómodos de los virus respiratorios del invierno. Suele intensificarse durante la noche. Interrumpe el sueño. Afecta a quien la padece y a quienes le rodean. En medio de una alta incidencia de gripe y con advertencias de que el pico aún no llega, muchas personas buscan alternativas simples para dormir mejor.
Uno de los recursos más comunes en los hogares es la miel. A este alimento se le atribuye desde hace años un efecto calmante sobre la garganta. Su uso no responde solo a la tradición. Diversos estudios médicos analizaron su impacto en la tos nocturna. Los resultados señalan beneficios en situaciones específicas.
Cuándo la miel puede ayudar a aliviar la tos
La miel puede resultar útil cuando la tos se asocia a infecciones virales leves de las vías respiratorias altas. Entre ellas figuran el resfriado común y la gripe. Esto aplica cuando no existen síntomas de alarma.
Su textura viscosa recubre la garganta. Reduce la irritación. Atenúa el reflejo de la tos, sobre todo antes de dormir. Investigaciones médicas indicaron que una pequeña cantidad antes de acostarse disminuye la frecuencia e intensidad de la tos nocturna. También favorece una mejor calidad del sueño en niños mayores y adultos.
El efecto suele ser moderado. No actúa como un medicamento. En algunos casos permite pasar una noche más tranquila sin recurrir a jarabes u otros productos innecesarios.
Cuándo no conviene usarla y qué considerar
La miel no funciona como tratamiento general para la tos. No se recomienda cuando el síntoma persiste o se acompaña de fiebre alta, dificultad para respirar o dolor en el pecho. En estas situaciones resulta necesario consultar a un profesional de salud.
Este alimento no debe administrarse a bebés menores de 12 meses debido al riesgo de botulismo infantil. También requiere precaución en personas con diabetes u otros trastornos metabólicos, ya que contiene azúcares. Incluso cantidades pequeñas deben valorarse con cuidado en estos casos.
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