
Un estudio internacional liderado por el antropólogo evolucionista Mark Dyble, de la Universidad de Cambridge, situó a los seres humanos como una de las especies más monógamas del reino animal.
La investigación analizó los patrones reproductivos de 34 especies de mamíferos y posicionó a la humanidad en el séptimo lugar entre las once especies consideradas socialmente monógamas.
La investigación fue publicada este miércoles 10 de diciembre en la revista científica Proceedings of the Royal Society B. El hallazgo se basa en un modelo computacional que examinó relaciones genéticas entre individuos para determinar qué porcentaje de hermanos comparte ambos padres.
Para estimar el nivel de monogamia, Dyble se enfocó en la proporción de hermanos completos (que comparten madre y padre) frente a los medio hermanos. Este indicador genético permitió clasificar la monogamia de manera más objetiva.
Según los resultados, los humanos alcanzaron una tasa de 66% de hermanos completos, lo que sugiere una alta tendencia a la exclusividad reproductiva, incluso en sociedades que permiten la poligamia. En comparación, otras especies socialmente monógamas como el gibón de manos blancas y el suricato presentan tasas del 63,5% y 60%, respectivamente.
Comparación con otras especies
Entre los mamíferos más monógamos, destaca el castor con un 73% y el lobo etíope con 76,5%. El animal más monógamo del estudio fue el cánido salvaje africano, con una tasa del 85% de hermanos completos.
En el otro extremo, especies como el chimpancé (4%) y el gorila de montaña (6%) exhiben patrones altamente promiscuos. Los macacos japoneses (2,3%) y macacos rhesus (1%) tienen niveles aún más bajos.
Una excepción notable fue el sagui de bigote, un pequeño primate amazónico que suele tener gemelos o trillizos. Esta especie alcanzó una tasa cercana al 78%, lo que la coloca entre las más monógamas del análisis.
Monogamia humana no siempre implica pareja estable
El modelo incluyó datos de 103 poblaciones humanas que existieron durante 7.000 años, combinando información genética de yacimientos arqueológicos con datos etnográficos de sociedades actuales.
Aunque la mayoría de culturas humanas presentan prácticas de monogamia, Dyble advirtió que la diversidad de normas matrimoniales y sexuales es amplia. Históricamente, cerca del 85% de las sociedades preindustriales permitieron matrimonios poligámicos, aunque los registros genéticos revelan que la mayoría de los niños aún eran hijos de una sola pareja.
A diferencia de otras especies monógamas que viven en núcleos familiares pequeños, los humanos tienden a formar grupos sociales amplios donde múltiples mujeres tienen hijos y comparten espacios con varios adultos. Solo una especie con estructura similar fue identificada: la mara de la Patagonia, un roedor que convive con varios casales estables.
Este modelo reproductivo cooperativo, donde otros miembros del grupo ayudan en el cuidado de las crías, pudo haber sido fundamental para el desarrollo de sociedades humanas complejas.
El estudio sugiere que la monogamia humana surgió como una transición evolutiva atípica entre los mamíferos. Basado en el comportamiento de especies como los chimpancés y gorilas, se cree que los humanos evolucionaron desde grupos no monógamos hacia estructuras con vínculos de pareja más estables.
Otros animales como los lobos y los zorros han presentado transiciones similares.
Finalmente, el estudio aclaró que la investigación se centró únicamente en la monogamia reproductiva, es decir, en quiénes tienen hijos con quiénes. En los humanos, factores culturales y métodos anticonceptivos disocian con frecuencia el comportamiento sexual de la reproducción biológica, lo que complica aún más el análisis desde una perspectiva evolutiva.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
