
La repentina y masiva muerte de decenas de monos en el Parque Nacional Corcovado -en la zona sur del país- obligó a las autoridades de esta área protegida a restringir el acceso de los turistas.
Mientras no se tenga clara cuál es la causa de los decesos, solo científicos y funcionarios del Ministerio del Ambiente y Energía (Minae) podrán entrar al parque.
La resolución del Minae indica que los excursionistas podrán volver a Corcovado a partir del miércoles 21 de diciembre.
Álvaro Ugalde, director del Área de Conservación Osa, confirmó ayer la muerte de "muchos" monos carablanca, congos, titíes y arañas, las cuatro especies presentes en Corcovado.
El funcionario prefirió no ahondar en la cantidad de animales muertos pues todavía no tiene una cifra oficial.
No obstante, otras fuentes allegadas al Minae temen que el 50% de la población de monos del parque haya muerto en las últimas seis semanas.
Hasta ayer, científicos de las universidades Nacional y de Costa Rica no habían confirmado la causa de los decesos.
Preliminar. Por ahora, la hipótesis más fuerte apunta a que el parque sufrió este año una escasez de alimento que causó problemas de desnutrición en los animales.
Los monos flacos, desnutridos y con las defensas bajas son atacados por un parásito o una bacteria que puede ser mortal, dijo el biólogo Eduardo Carrillo, científico, destacado en Corcovado por su lucha para preservar los chanchos de monte y los jaguares.
Añadió que la gran cantidad de lluvia que cayó este año en el parque ocasionó que muchas especies de árboles no florecieran o perdiese sus frutos, y ello redujo la cantidad de comida.
Ugalde agregó que era común ver a los monos llegar hasta la playa para comerse el corazón de las palmas, algo que no habría ocurrido si hubiese habido otros frutos.
Eduardo Carrillo confirmó que los especialistas ya tomaron 12 muestras de sangre de monos vivos, para descartar que las manadas sufran de alguna enfermedad transmisible. Los resultados se conocerán en una semana.
Los monos, al igual que los humanos, pueden padecer de malaria o fiebre amarilla.
En el caso de Corcovado, Álvaro Ugalde garantizó que ningún científico o guardaparques que haya tenido contacto con los monos presenta síntomas de enfermedades como las citadas.