
La mañana del 27 de enero de 1917 Federico Tinoco Granados, entonces secretario de Guerra y Marina del gobierno de Alfredo González Flores, se apoderó de los cuarteles y dio un golpe de Estado.
Tinoco era el mismo que, tras una hábil negociación política, había logrado que el Congreso nombrara presidente de la República a González Flores, en 1914.
A sabiendas de que el Presidente pensaba enviarlo a una misión fuera del país, prefirió apoyarse en el descontento popular y perpetrar el golpe de Estado más famoso de la historia tica.
En agosto de 1919 la presión popular y del gobierno estadounidense lo obligarían a salir rumbo a París y renunciar a la Presidencia de la República durante el viaje.
Allá murió en 1931, pero dejó en Costa Rica una fama de traidor y dictador que aún vive en la conciencia colectiva.
Federico Tinoco Granados... en la historia es el primer libro que cuestiona abiertamente ese modo de ver las cosas.
Su autor, el historiador Óscar Aguilar Bulgarelli, recibió el encargo de la familia Tinoco, además de interesarse personalmente en el tema tras la polémica desatada en la Asamblea Legislativa hace varios años por considerarse a Tinoco “indigno” de que su retrato se exhiba en el Salón de Expresidentes.
A continuación, un extracto de una entrevista con La Nación.
¿Usted utiliza fuentes nuevas de información o las tradicionales de una forma distinta?
Las dos cosas. Don Luis Demetrio Tinoco había pasado casi 10 años en EE. UU. haciendo una recopilación. Alguna parte de esa información otros historiadores la habían utilizado, pero no toda. Hicimos un trabajo de revisión en el Archivo Nacional y encontré que había una importante cantidad de documentos que no habían sido utilizados. También familiares del señor Tinoco tenían documentos que nadie había utilizado.
“Pero la fuente más importante que se utilizó en la historia oficial para evaluar el período fueron unas cartas de Lincoln Valentine; nadie había sometido a juicio su posible validez ni las había ligado al tema petrolero.
¿Cómo cree usted que debe ser recordado Federico Tinoco?
Como un defensor de la soberanía nacional.
¿Qué fue lo mejor y lo peor de don Federico Tinoco?
Lo mejor fue esa defensa de la soberanía y la dignidad nacional ante el gobierno de Estados Unidos. Lo peor, siempre que hay limitación de libertades.
Su libro se titula Federico Tinoco Granados… en la historia, pero no menciona los levantamientos militares en que participó en 1902 y 1906 contra gobiernos constitucionales. ¿Por qué la omisión?
No es una omisión. El libro se enmarca en el período más trascendente de la vida de Federico Tinoco, el período de su gobierno.
¿Qué cree usted que hizo que al final la historia patria terminara juzgando a Tinoco como uno de los mayores traidores, tal vez solo superado por los traidores al presidente Juan Rafael Mora Porras?
La historia de don Federico Tinoco es una historia literalmente escrita hasta hoy por los ganadores. Cuando Tinoco se va del país toda la imagen negativa empieza a calar sin un análisis. Le diría que quienes posteriormente hablaron del tema de Tinoco lo hicieron muy influenciados por una figura que engrandecen a la par que hunden la de Tinoco, que es la de Alfredo González Flores.
Una gran tesis que sostiene su obra es la hipocresía del gobierno norteamericano del presidente Wilson. ¿Cómo resume usted esa hipocresía?
Muy sencillo: por un lado llega y es aparentemente el gran defensor de la paz, hace los Tratados de Versalles y hace los 18 puntos para llegar a la Liga de las Naciones; pero por otro lado vemos su actuación en América y resulta que interviene en México, Costa Rica, Dominicana... quiere hacer del mar Caribe un mare Nostrum para ellos.
Usted dice que Tinoco renunció temeroso de una invasión de EE. UU. al país, pero al mismo tiempo los movimientos sociales en contra del régimen eran notables. ¿Qué cree que pesó más?
Yo diría que las dos cosas. Tal vez si don Federico hubiera tenido mayor apoyo político hubiera tenido mayor fuerza para enfrentarse. Creo que es evidente que el país va a ser invadido, la legación americana era el centro de agitación más grande del país y él se va. Muy posiblemente el asesinato de su hermano sea la puntilla.
Si usted pone lo bueno y lo malo del gobierno de Tinoco en una balanza, ¿hacia dónde se inclinará?
Yo me inclinaría... (reflexiona varios segundos) por un fiel en la balanza, una balanza equilibrada. Obviamente cometió errores. Hubo, sin embargo, acciones positivas, como que en menos de tres meses se pasara de un gobierno de facto a uno constitucional.
¿Tinoco merece ser recordado como un traidor que gobernó con mano de hierro, como un defensor de la patria ante intereses estadounidenses o como una mezcla?
Lo de traidor no le cabe porque esa es la visión tradicional. Lo de traidor sería por el golpe a González Flores, pero su distanciamiento ya era evidente, ya no era el hombre de confianza de González Flores. Yo no justifico un golpe de Estado, pero en ese momento hay que ver esa circunstancia.
“Al final, me parece que es más justo calificarlo como defensor de la soberanía que como traidor”.