
Solo basta estar una hora en Luján, al sureste de la capital, para notar que sigue siendo un barrio y que está orgulloso de serlo.
Allí se encuentran la tradicional pulpería, verdulería, carnicería, panadería, iglesias, talleres, cantinas y casas que muestran los más variados estilos arquitectónicos que predominaron en el siglo pasado en el país.
Por ejemplo, se observan varias fachadas art deco, así como una doble casa de estilo victoriano en bahareque y madera que, aunque algo escondida tras unas rejas, luce hermosa sobre la avenida 14.
Allí, la gente hace los mandados más cotidianos en las cuadras del barrio y, de paso, se queda habla con un conocido en las aceras, sodas y pulperías.
Uno de los puntos más visitados es la verdulería de María Gutiérrez, una mujer de 61 años quien, además de fantástica comerciante, tiene un increíble don de gentes y conoce la vida, obra y milagros de todos los vecinos luego de 50 años de vivir en barro Luján.
Buena gente. “Este es un barrio que se ha mantenido tranquilo y lleno con gente buena, cuyas familias siempre han vivido aquí”, dijo al vender unas mandarinas.
Después atendió al abogado Manuel Enrique Badilla, de 58 años, quien llegó por un pedazo de apio y un fresco de mozote y afirmó: “Este barrio es muy tradicional”.
A los segundos, entró Ernesto Sequeira Sanabria, quien aseguró que Luján es una comunidad es segura y tranquila.
La verdulera siguió conversando y preguntando por la salud de fulana, el trabajo de sutano o los problemas de mengana.
“Es muy bueno que ahora quieran rescatar a barrio Lujan. Aquí están nuestros hijos y nietos y una quiere que crezcan en un buen barrio”, concluyó María Gutiérrez.
