
National Geographic News
El primer estudio científico que encuentra que existe envidia entre animales no primates, afirma algo que muchos ya conocen: los perros pueden ser muy celosos.
“Todo aquel que tiene un perro en su hogar posiblemente (sospecha) que los perros pueden sentirse muy celosos ante otros perros y también ante personas”, afirmó la líder del estudio Friederike Range, de la universidad de Viena, en Austria.
En experimentos con 43 perros, el equipo mostró que los canes reaccionan ante la desigualdad. El equipo hizo que un perro observara a otro perro cuando recibía una recompensa por hacer algún truco. Cuando el perro que observaba hacía el mismo truco, y no era recompensado, el perro se negaba a repetir el truco, dijo Range.
Los experimentos fueron similares a recientes estudios en los que se observó resentimiento por parte de monos capuchinos y chimpancés cuando los animales no eran recompensados de la misma manera tras realizar tareas similares a las de otros.
Los perros no son tan sensibles a la injusticia como los primates, descubrieron Range y su equipo. Los canes que participaron en el estudio no parecieron preocuparse de que un perro cercano obtuviera una mejor recompensa o que la hubiera obtenido, pese a su falta de habilidad. Pero los primates sí expresaron su insatisfacción.
El estudio fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences .
Igualdad de derechos. Range y su equipo realizaron exámenes a perros en presencia de otros perros a los que conocían, como un can de la misma casa.
Se pidió a los perros que colocaran sus patas en la mano del encargado del experimento. Los animales fueron recompensados, o no, con pan negro y salchichas.
“Si a ninguno de los dos perros les daban una recompensa, ellos seguían trabajando, más o menos”, comentó Range. “Pero, si uno de ellos no recibía comida, simplemente se negaba”. La respuesta indignada de los perros a seguir participando en el experimento era acompañada por bostezos y por una plena indiferencia hacia el encargado de hacer el experimento, y hacia su amigo canino.
Los perros no parecían preocuparse si su socio en los experimentos recibía una salchicha o solo un pedazo de pan negro, o si el otro perro era recompensado, pese a un mal desempeño.
“Eso se pone más complicado si se trata del esfuerzo y de la recompensa al mismo tiempo. Tal vez, los perros no pueden combinar ambas cosas aún”, sugirió Range.
La forma más básica de envidia de los perros, y su insistencia en algún tipo de recompensa, posiblemente sean esenciales para sobrevivir en un núcleo de actividades cooperativas. Se sabe que los lobos y los perros salvajes cazan y crían a sus vástagos en grupos, donde los individuos que no pueden reclamar compensaciones, pronto resultan marginados.
Doble o nada. El experto en primates Frans de Waal, de la Universidad Emory, en Atlanta, Georgia, dijo que ese tipo de envidia –en realidad, la aversión a una recompensa injusta– está presente en todos los animales que cooperan de manera regular.
“Los perros mostraron una reacción más fuerte cuando no recibieron nada por una tarea en presencia de un compañero recompensado, que cuando no había otro compañero”, señaló.
“Ellos aceptaban la falta de recompensa si ningún otro perro la recibía. Eso muestra una reacción social”.
Scott Creel, un experto en conducta de la universidad del estado de Montana, señaló que el estudio sugiere que muchas especies tienen procesos mentales que previamente parecían ser patrimonio de los seres humanos, o al menos de los primates.
“Parece lógico que muchas de las presiones que han moldeado nuestro intelecto y emociones, también operan en otras especies sociales”, indicó Creel, que ha analizado la conducta de los perros salvajes de África, pero no estuvo involucrado en el estudio.