Médicos del hospital Universitario de Kioto (Japón) avanzan en la búsqueda de soluciones a los diabéticos que no controlan su enfermedad con inyecciones de insulina.
El 19 de enero trasplantaron islotes pancreáticos a una mujer de 27 años. En la operación no utilizaron células de un cadáver, sino de la madre de la joven, de 56 años.
La intervención tiene carácter experimental. Pese a que todavía no ha pasado el año preceptivo para valorar su éxito, los científicos publicaron sus resultados en The Lancet, revista médica inglesa.
La donante tenía un grupo sanguíneo compatible, así como concentraciones normales de glucosa e insulina. La receptora, su hija, había desarrollado la diabetes tipo 1 o insulinodependiente 12 años antes y acudía frecuentemente al hospital a controlar sus episodios de hipoglucemia, ya que sus niveles de azúcar caían por debajo de lo normal, pese a los medicamentos.
Veintidós días después del trasplante la receptora dejó de ser insulinodependiente, situación que se ha prolongado hasta el presente.
Su madre no ha registrado alteración alguna de los niveles de glucosa, uno de los principales riesgos. El equipo clínico confía en que los efectos del trasplante podrán perdurar cinco años e, incluso, creen que si vuelve a necesitar inyecciones de insulina no volverá a sufrir episodios de hipoglucemia.