
Observaciones del Telescopio Espacial James Webb, de la NASA, revelaron un exoplaneta con una forma alargada similar a un limón y una atmósfera dominada por carbono y helio, una combinación sin precedentes. El hallazgo desafía los modelos actuales sobre cómo se forman los planetas y se detalló en un estudio publicado el martes 16 en The Astrophysical Journal Letters.
El objeto recibió el nombre PSR J2322-2650b. Presenta una masa comparable a la de Júpiter, pero orbita un púlsar, una estrella de neutrones que gira con gran rapidez y emite radiación intensa. La cercanía extrema entre ambos cuerpos provoca fuerzas gravitacionales severas. Esa interacción deforma al planeta y explica su aspecto elongado.
La órbita resulta excepcionalmente corta. El planeta completa una vuelta alrededor del pulsar en 7,8 horas, lo que intensifica el calentamiento y la distorsión estructural. Este escenario lo convierte en un caso único entre los cerca de 6.000 exoplanetas catalogados hasta ahora.
El mayor impacto científico no provino de la forma, sino de la composición atmosférica. El Webb detectó carbono molecular, en particular C₂ y C₃, sustancias que no aparecieron en ninguno de los aproximadamente 150 planetas analizados con este nivel de detalle. No se identificaron señales claras de vapor de agua, metano o dióxido de carbono.
Los investigadores explicaron que este tipo de carbono solo puede dominar la atmósfera cuando casi no existe oxígeno ni nitrógeno disponibles para reaccionar. Las condiciones térmicas extremas refuerzan ese escenario. Las temperaturas oscilaron entre 650 °C en el lado nocturno y hasta 2.040 °C en el lado diurno.
Además, los científicos plantearon la posibilidad de nubes de ceniza en la atmósfera. También mencionaron que el carbono del interior podría someterse a presiones tan altas que permitirían la formación de diamantes, aunque esa hipótesis sigue en fase especulativa.
Un sistema celeste fuera de lo común
El sistema recuerda a los llamados sistemas viuda negra, donde un pulsar erosiona lentamente a su compañera. En este caso, la diferencia radica en que el objeto acompañante no es una estrella, sino un exoplaneta, según la clasificación de la Unión Astronómica Internacional, ya que posee menos de 13 masas de Júpiter.
Muy pocos pulsares se conocen con planetas en órbita. Entre ellos, PSR J2322-2650b destaca como el único similar a un gigante gaseoso caliente bajo estas condiciones extremas.
La detección fue posible gracias a las capacidades del James Webb. El pulsar emite principalmente rayos gamma y partículas de alta energía, invisibles en el infrarrojo. Esa característica permitió observar el planeta durante toda su órbita sin el deslumbramiento típico de estrellas brillantes. El telescopio opera a cerca de un millón de kilómetros de la Tierra, protegido por un gran escudo solar que mantiene sus instrumentos a temperaturas muy bajas, esenciales para captar señales tan sutiles.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
