
Un análisis genético de restos humanos de la Edad del Bronce, encontrados en una cueva del sur de Italia, permitió identificar el caso más antiguo conocido de incesto entre padre e hija, según datos publicados por investigadores italianos.
El descubrimiento ocurrió en la Grotta della Monaca, ubicada en la región de Calabria, en el extremo sur de Italia. En ese sitio, arqueólogos estudiaron el ADN de 23 personas enterradas entre 1.780 y 1.380 a. C. Durante el análisis, los científicos detectaron señales genéticas de consanguinidad parental extrema, una condición poco común en estudios arqueogenéticos.
El caso se asoció con un adolescente sepultado en un cementerio de la Edad del Bronce dentro de la cueva. El material genético del individuo mostró segmentos extensos de ADN idéntico, un patrón típico de relaciones de primer grado, como la existente entre un padre y una hija.
La investigación, desarrollada por científicos de varias instituciones italianas, se publicó el 15 de diciembre en la revista científica Communications Biology.
Un hallazgo inesperado en Calabria
El estudio genético en la Grotta della Monaca buscaba comprender las relaciones familiares de las comunidades que habitaron la zona en la prehistoria. Sin embargo, el análisis también permitió identificar prácticas sociales poco documentadas en ese período.
Las sociedades humanas, en general, evitaron las uniones incestuosas debido a factores biológicos y culturales. Aunque la arqueología ya documentó casos de incesto, las relaciones de primer grado resultan especialmente raras. Según los investigadores, este tipo de unión conlleva una mayor probabilidad de trastornos genéticos en los descendientes.
El ADN como clave del parentesco
Los arqueólogos identificaron los sexos de los restos pese a la fragmentación de los esqueletos. El análisis reveló la presencia de diez mujeres y ocho hombres. Durante la revisión, surgió una primera señal relevante al encontrarse dos enterramientos conjuntos de padres con hijos. En un caso, una madre junto a su hija. En otro, un hombre adulto junto a un adolescente.
Para determinar el parentesco, los investigadores analizaron los segmentos de homocigosidad, conocidos como ROH. Estos fragmentos del ADN se transmiten de padres a hijos. Un nivel bajo de ROH indica mezcla genética fuera del núcleo familiar. Un nivel alto señala consanguinidad.
La mayoría de los individuos de la cueva presentó ROH bajos, lo que sugiere relaciones interfamiliares a lo largo de generaciones. No obstante, el adolescente mostró el nivel más alto de ROH registrado hasta ahora en genomas antiguos, según el estudio.
Un análisis posterior confirmó que el joven nació de una relación incestuosa de primer grado entre un padre y su hija. Los restos de la madre no aparecieron en las excavaciones. Los científicos tampoco detectaron trastornos genéticos visibles asociados a la consanguinidad.
La investigadora Alissa Mittnik, especialista en arqueogenética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y coautora principal del estudio, indicó que este caso excepcional podría reflejar comportamientos culturales específicos de una pequeña comunidad, aunque su significado aún resulta incierto.
Los científicos señalaron que futuras investigaciones en la cueva de Calabria podrían aportar más datos sobre las primeras sociedades complejas del sur de Italia y ampliar el conocimiento sobre las raíces biológicas y culturales de la diversidad humana.
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