
Viven en ríos separados por varios kilómetros, sin embargo, los cocodrilos que habitan los ríos Tárcoles, Jesús María y Tulín –también conocido como Tusubres– son todos miembros de una gran familia.
Su gran similitud genética demuestra que se trata de padres, hijos, tíos, abuelos y primos, todos viviendo en tres ríos de la costa pacífica del país, separados por una distancia de 55,5 kilómetros.
Y, al igual que todas las familias, esta no está exenta de conflictos. Mas los problemas de estos cocodrilos se concentran en sus posibilidades de seguir existiendo. Así lo revela un estudio de la Universidad Nacional (UNA) sobre la estructura poblacional e intercambio genético en los cocodrilos de esos ríos.
La investigación, desarrollada por la bióloga Laura Porras Murillo, es el primer estudio genético del cocodrilo en Costa Rica y el segundo que se hace para la especie Cocodrylus acutus ( cocodrilo americano) en el mundo.
Con esta investigación científica, Laura Porras completó la maestría en el Programa Regional en Manejo de Vida Silvestre para Mesoamerica y el Caribe.
En busca de pareja
Las poblaciones de cocodrilos de los tres ríos estudiados están relacionadas entre sí por la necesaria búsqueda de pareja que llevan a cabo algunos machos adultos. “La hembra es fiel a su sitio, todos los años pone el nido en el mismo lugar, en cambio el macho es territorial; él establece su territorio y echa a los demás”, explica Porras.
Cuando un macho más dominante llega a un sitio y establece su dominio, los demás cocodrilos deben buscar nuevos lugares y otras hembras para procrear. A veces esas hembras, como en el caso estudiado, están en ríos vecinos.
Y a esa situación se suma la escasez de hembras. Los cocodrilos no son monógamos; para mantener una población en crecimiento estable y saludable, deben existir tres hembras por cada macho en edad reproductiva.
Sin embargo, en los ríos Tárcoles, Jesús María y Tulín, la relación es de una hembra por cada macho. Por ello no es de extrañarse que el flujo genético entre las poblaciones de los tres ríos sea tan alto.
Tras obtener muestras de sangre de 70 animales y someterlos a análisis genéticos, Porras demostró que, en cada generación, aproximadamente 13 animales se mueven para procrear. Esto ha hecho que las poblaciones de los tres ríos sean en realidad una metapoblación, una gran familia en la que todos sus individuos comparten, al menos, el 50 por ciento de su material genético.
Más que números
La investigación, desarrollada entre el 2003 y el 2004, también reveló que el tamaño de las poblaciones de cocodrilos en los tres ríos continúa estable. En el Tárcoles se censaron 129 animales, en el río Tulín hay 53, mientras que el río Jesús María es el más pobre, con solo 23 ejemplares.
El total de 205 cocodrilos es muy similar a censos anteriores que se han hecho en el área. No obstante, Porras advierte que si se estudian con cuidado, se revela el gran peligro que enfrentan.
El problema está en la forma en que esas poblaciones están distribuidas. Hay muchos cocodrilos bebés o jóvenes y pocos en edad adulta reproductiva.
Solo el 10 por ciento de los cocodrilos se halla en edad adulta, y no todos se encuentran en etapa reproductiva; para que una población se mantenga estable, el 10 por ciento de sus individuos debe estar reproduciéndose.
Porras advierte que de no tomarse medidas de protección a la especie, se podrá evidenciar un decaimiento de la población en cinco o diez años.
Futuro incierto
Además del problema de la estructura de la población que enfrenta esta familia, su poca diversidad genética y el equilibrio que tienen con el ambiente que los rodea también los pone en una situación de gran vulnerabilidad.
“Ante cualquier cambio brusco –una sequía, la muerte de muchos huevos, o un aumento en la depredación– las poblaciones no están genéticamente preparadas para el cambio, no tienen de dónde agarrarse”, señala Porras.
Al igual a como la gripe evoluciona y muta porque los seres humanos se vuelven inmunes al virus, los cocodrilos deberían estar en capacidad de mutar para soportar cambios en su ambiente. “En este caso los cocodrilos no están evolucionando con los cambios, están ahí con un equilibrio y una diversidad genética baja y no están preparados para enfrentar eso”, advierte Porras.
La investigación de Porras, financiada en parte por la National Geographic Society , deja en evidencia que cualquier cambio que se dé en la situación de los cocodrilos de cualquiera de estos tres ríos, en realidad afecta a los que viven en los otros ríos.
Además de los cocodrilos del Tárcoles, Tulín y Jesús María, en Costa Rica hay otra gran población en el río Tempisque.
Aunque en el país los cocodrilos americanos están en riesgo de extinción, la población tica es de las más grandes en su área de vida, que se entiende desde el sur de la Florida (EE.UU.) hasta la parte norte de Suramérica.