Kyle Hounsell, Kristine Bunker y David Donghyun Kim, alumnos del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), comprobaron recientemente que las impresoras 3D pueden fabricar de todo, incluso, apetitosos helados.
Los ingredientes para su deliciosa receta fueron crema de helado suave, algo de nitrógeno líquido para congelarla y, finalmente, la imprimieron.
El ingenio ha sido la tónica para elaborar la golosina en 3D, pues para crearlos, los universitarios usaron una impresora de Solidoodle, una máquina para hacer helados de Cuisinart y también echaron mano de un pequeño congelador.
Bunker, una de las creadoras de esos novedosos postres en 3D aseguró a la publicación 3ders.org, que se inspiraron en crear algo que llamara la atención de las generaciones futuras, sobre todo a los más pequeños de la casa.
“Nos pareció que era tan importante llegar a una nueva tecnología, ya que iba a interesar a las generaciones más jóvenes en la búsqueda de la ciencia y la tecnología. Así podremos seguir empujando los límites de lo posible”, afirmó.
Por lo pronto, los alumnos del MIT no tienen intenciones de comercializar su producto.
Esta no es la primera vez que los investigadores se animan a experimentar e imprimir comida.
La empresa Natural Machines, ya ha demostrado su habilidad para usar su invención Foodini en la impresión de alimentos .
La máquina los confecciona, pero aún no es capaz de cocinarlos; solo los deja listos para hornear.
Las investigaciones en el campo de la impresión 3D van más allá de satisfacer el apetito o los antojos.
A finales de marzo de este año, una mujer holandesa recibió un cráneo confeccionado a base de plástico en una impresora 3D, según informó en esa ocasión, la agencia de noticias EFE.
La joven de 22 años sufría de una distensión en su cráneo y en un mes se recuperó de la cirugía.
El cirujano holandés Bon Verweij explicó en esa oportunidad que, sin la tecnología 3D, que permite reproducciones exactas, hubiese sido “impensable” implantar el cráneo completo.