Fue un 12 de setiembre del 2015 que la costarricense Gloriana Rodríguez García llegó con una enorme ilusión a Portugal, ese hermoso y vivo país europeo que encierra grandes encantos.
Puso un pie en la capital Lisboa acompañada por un portugués que siete días antes se convirtió en su esposo y a quien conoció en Costa Rica, donde él llegó por trabajo.
A Tiago Gomes, el amor de su vida, lo conoció en el 2014 en Costa Rica; por eso Gloriana considera que tuvo suficiente tiempo para conocerse y compartir.
Ella es del barrio San José de Alajuela, tiene 34 años y aquí en el país trabajaba en la Zona Franca El Coyol, donde se desempeñaba como técnica de manofactura en la compañía Abott Vascular. Por ahora es ama de casa y mamá a tiempo completo, aunque hasta agosto del 2019 trabajó en un call center en español en Portugal, al cual tuvo que renunciar debido a un problema de salud.
Ellos están instalados en Moita, en la provincia de Setúbal, al sur. Puede ser más sencillo si decimos al otro lado de Lisboa, cruzando el majestuoso río Tejo.
“Vivo rodeada de agua por así decirlo, a 10 minutos llego a la orilla del río y a 20 minutos en carro llego a la playa, y yo que en otra vida fui un pez quizá se podrán imaginar lo agustito que estoy, aunque aquel vacío de los míos que están tan lejos no lo llena nada“.
No viven solos, pues su hogar es iluminado por Valentina de Jesús, quien nació el 25 de octubre del 2020.

Cuando Gloriana echa sus recuerdos hacia atrás, a partir de aquel instante en que aterrizaron en Lisboa con ese montón de sueños, se le viene a la cabeza un puñado de anécdotas inesperadas que le ocurrieron. Muchas de ellas son hoy un motivo para dejar salir las carcajadas o para rememorar un segundo en que tuvo alguna confusión o duda, pero que le ayudó a adaptarse por completo a su nueva tierra.
”Las ventanas tienen un tipo de persiana que está por el lado de afuera, pero para bajarlas o subirlas tienes una tira por dentro, porque aquí en verano anochese alrededor de las 9:30 de la noche. Como nunca había usado este tipo de sistemas, dañé todas las de mi casa en el primer verano, no media la fuerza y las dejaba trabadas”.
“Por otra parte, salir de mi casa era como un laberinto, todas las calles me parecian iguales, y me tomó alrededor de dos meses conseguir salir sola sin tener que usar GPS”.
“Comprar la primer lechuga fue una odisea porque según yo se decía igual y no, aquí se llama alface, llegué a pedir lechuga y me volvieron a ver con cara de ¿ah?”.
Pero eso no es todo. Hay ciertas frases que en el camino Gloriana aprendió a no decirlas, y de paso le sugiere a ticos que van a Portugal que las erradiquen de su diccionario mientras estén en esa nación europea, aunque posiblemente no sea sencillo privarse de ciertas expresiones o palabras.
Por ejemplo, Gloriana dice que jamás digan carajo, pues allá es una palabra “muy, muy, pero muy vulgar y ofensiva”.
Tampoco decir “me regala”, pues en Costa Rica la usamos como sinónimo de “me vende”, pero allá creerán que realmente quiere llevárselo sin pagar.
“Decir que algo está exquisito aquí significa lo contrario. Decir mae en un diálogo, no por que sea malo, sino por que mãe en portugués significa mamá”, apuntó.
Esta alajuelense admite que estudió portugués durante seis meses antes de mudarse a Portugal, pero no le fue tan funcional. ¿Por qué?
“El profesor era brasileño y quienes conocen la diferencia sabrán el colocho que tenía en mi cabeza cuando llegué a Portugal, y escuchaba otra pronunciación y muchas palabras nuevas. Aclaro, para mí fue como llegar con 1% de conocimiento en el idioma”, respondió. Eso sí, al año y medio de vivir en esa nación hablaba el idioma completamente fluido.
”De Portugal me gusta principalmente la seguridad, aquí los carros se quedan en la calle y sin alarma, para que se hagan una idea. Amo la comida, es deliciosa, mucho pescado fresco y mariscos, lugares mágicos y con mucha historia”.

Le pregunté a Gloriana si hay algo a lo que no ha podido acostumbrarse en los casi 7 años de haberse ido de su patria. Dice que aún no sabe cómo se llama el 95% de sus vecinos, y no porque ella sea tímida, sino porque los portugueses son muy reservados para aquellos que no son parte de su círculo familiar o de amigos.
”Eso es bueno a veces pero también es malo, sobre todo cuando vienes de una cultura tan pura vida, tan servicial y amiga como la costarricense, por que estás acostumbrado a sonreír y decir: con mucho gusto cuando te dan las gracias, aquí eso no pasa. Aunque si andas de turismo y no hablas el idioma podés estar tranquilo, puedo decir que los portugueses tiene una habilidad especial, ellos hacen hasta lo último con tal de entender lo que preguntas o quieres en ese momento”, dijo.
“Debo rescatar que cuando eres del círculo familiar o de amigos inmediatamente eres recibido de brazos abiertos y eres automáticamente parte de ellos, siempre tendrás un lugar en la mesa para compartir, reír y comer, comer y comer ( nunca vi tantas entradas, comidas y postres en un almuerzo o cena...)”.
Le pedí a Gloriana sus sugerencias sobre lugares que debe visitar un tico en Portugal y estos son esos sitios.
Museo de los coches.
Monasterio de los Jerónimos (entren al monasterio) aprovechan y van a la fábrica de los pasteles de Belén, pastelitos de atol como les digo yo.
Museo de la Marina.
Padrão dos descubrimientos.
Torre de Belén.
Cascais.
Boca do inferno.
Cabo da roca.
El centro de Lisboa: Plaza del Rossio. Barrio Alto (no se olviden de ir a una noche de fotos). Castillo de San Jorge. Plaza del comercio. Mirador de Santa Justa. El estadio del Club Sport Benfica. Centro comercial Colombo.
Setúbal, la ciudad del choco frito (si van de mañana aprovechen y van al mercado, es hermoso).
Si pueden ir más lejitos pueden visitar: Santuario de Fátima. Convento de Cristo en Tomar. Monasterio de Alcobaça. Grutas de la moneda. Sierra de la estrella ( en invierno cae nieve por alla de finales de enero y en febrero).

¿Cuál es la mejor época para ir a Portugal? ”Depende del gusto de cada quien, pero por aquello aquí hay un dicho que dicen los portugueses y no falla: Abril lluvias mil...”.
“Para mí los meses donde no hace calor exagerado es en junio y julio. Agosto es el mes donde todo está más caro porque los portugueses salen a vacaciones y las playas, restaurantes y lugares turísticos están abarrotados”.
“En la primavera llueve mucho pero los paisajes en el campo son espectaculares. Otoño tiene su encanto, está muy bien para pasear aunque ya se pone más fresco, impensable para ir a la playa. Si quieren nieve, pues enero y febrero en Serra da Estrela”.
En cuanto a la comida, Gloriana la califica como deliciosa, sabrosa y suculenta.
”Lo que más me gusta es todo aquello que tenga mariscos o pescado; en verano no pueden faltar las sardinas asadas, todos los platillos con bacalao (no tengan miedo, anímensen, no tiene nada que ver con el sabor de aquellas vitaminas que nos daban cuando estábamos carajillos)”.
“Para los amantes del vino les puedo decir que llegarán al paraíso, todos los vinos habidos y por haber y van a enloquecer con los precios muy accesibles”.
Esta costarricense vive feliz en Portugal, los fines de semana aprovecha para descubrir encantos de esa nación con su esposo y bebé, aunque no deja de extrañar a sus padres Otilia García Vargas y Jorge Rodríguez Villalobos, a sus hermanas Meylin y Nikol, a su sobrina Fabiola y a su cuñado Freddy.
Esta es la historia número 74 sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.
