1. Cuando al fin todo parezca prometedor, como si hubiese empatado 0 a 0 ante Brasil o propiciado la migración de Jeyland Mitchell, Patrick Sequeira, Warren Madrigal y Gerald Taylor a mejores ligas internacionales, permita que reinen los rumores y no la versión de primera mano, frente a frente, cara a cara.
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2. No hable claro ni de manera inmediata con la otra parte. Déjala en ascuas por varios días. Permita que se propague el incendio. Según versiones de federativos costarricenses, en el Proyecto Gol pasaron en zozobra, sin saber cuánto era cierto y mucho menos qué pensaba el seleccionador Gustavo Alfaro de la entonces supuesta oferta de Paraguay.
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3. Cuando por fin se contacten, evite hablar largo y tendido, de frente y de manera empática. Basta una frase para aclarar el panorama: “Mejor hablen con mi representante”. Este punto equivale más o menos al momento en que la pareja está en problemas y uno de los cónyuges le dice al otro: “A partir de aquí, hablá con mi abogado”.
4. Ponga sobre la mesa lo material (un aumento de salario, por ejemplo; o la división de bienes) justo en el momento en que se requiere empatía para llegara a acuerdos. A fin de cuentas, para qué esas palabras cursis, casi melodramáticas, como “proceso”, “compromiso”, “proyecto”.
5. Una vez cumplidos al pie de la letra los puntos anteriores del breve manual para echar a perder una relación, confiese sentir que no hay un ambiente propicio para continuar. Justifique sentir un ambiente tenso (¡qué raro! ¿por qué será?).
Torpeza extra
Ya en este punto no hace falta decir más. Sin embargo, si quiere que no sea el punto final sino apenas el comienzo de la batalla, añada un “estaba durmiendo con el enemigo”, a lo Jorge Luis Pinto después de Brasil 2014. Dar la cara en la salida puede ser un acto de hidalguía, pero siempre será mejor salir callado que confesarse “aburrido”, ganando mucho y haciendo poco, a lo Gustavo Matosas.
Gustavo Alfaro - Fedefútbol: Moraleja
Los pasos anteriores, aunque basados en la ruptura entre el técnico Gustavo Alfaro y la Fedefútbol, podrían aplicarse a relaciones personales o laborales de muchas índoles. Al final, el problema de origen queda en segundo plano ante el mal manejo de una situación. Incluso, la oferta de Paraguay sigue en veremos y hasta podría no concretarse.
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Con más tacto y transparencia, Gustavo Alfaro podría haber seguido en buenos términos en Costa Rica o irse donde sea con el agradecimiento eterno de un país futbolero por haber iniciado la “Sele” del futuro. Todos entendemos que una muy buena oferta de trabajo a veces resulta irrechazable; en cambio, cuesta más digerir la falta transparencia.
Dichosos aquellos que pueden siempre mirarse a los ojos y darse la mano, sea cual sea la decisión.