Hubo un punto de inflexión en el Saprissa. Luego de su eliminación en Concacaf la crítica de la prensa y afición se hizo sentir. El cuerpo técnico supo reconocer sus fallos y reacomodar.
Los egos se bajaron en el vestuario y llegaron las lesiones. Todo ello podría significar un duro golpe a las aspiraciones moradas, pero resultó lo contrario.
Fue el impulso que necesitaba Vladimir Quesada para redirigir el equipo y mostrar, por fin, carácter a la hora de tomar sus decisiones.
Por ejemplo, con la lesiones de David Ramírez, Christian Bolaños y Marvin Angulo, Quesada acomodó mejor su once estelar y lo ha ido puliendo hasta tenerlo listo para la cuadrangular.
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Las decisiones tácticas de mantener a Jonathan Moya de titular, colocar a Jerry Bengtson como extremo derecho y a Johan Venegas detrás del centrodelantero han sido todas acertadas. Le guste a quien le guste.
El banquillo paró los berrinches de los jugadores al salir de cambio como los de Venegas, Bolaños y Ariel Rodríguez.
Creo que avanzado el torneo, en el club están claros de cuáles de sus futbolistas sí tienen opciones reales de ir al Mundial de Rusia 2018 y eso también le facilita las cartas a Vladimir.
La lucha la iniciaron David Ramírez, Ariel Rodríguez, Johan Venegas, Daniel Colindres y Christian Bolaños.
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A hoy, es claro que Venegas, Colindres y Bolaños tienen sus acciones casi seguras en la Copa del Mundo.
Aunque desde un principio no todos podían jugar, el que estuvieran imposibilitados Ramírez, Angulo y Bolaños, de cierta manera facilitó la labor de alineación de algunos miembros de la planilla.
Al equipo no le alcanzó para ser líder, pero por yerros puntuales en partidos claves como dejar ir el triunfo ante Grecia (2-2) y ante Alajuelense (3-3). Eso sí, el no ser primeros, no le quita favoritismo al plantel.
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