Cuando Beto Cuevas tomó anoche el micrófono, a todo el mundo se le olvidó que el concierto de La Ley estuvo cerca de ser solo una ilusión.
A pesar de que a mediados de semana se daba por cancelado y de que la convocatoria se hizo casi que a quemarropa en los dos últimos días, decenas de miles de personas colmaron ayer el Parque de la Paz para disfrutar uno de los mejores conciertos gratuitos que se han dado aquí en años.
El trío chileno cumplió como los grandes y repasó todo su repertorio de éxitos, para alegría de un gentío que nunca perdió la fe de ver a sus ídolos sin tener que pagar un cinco.
Después de estar toda la semana en vela ante la posibilidad de que el concierto no se realizara, los fanáticos de La Ley se prepararon desde muy temprano de ayer para disfrutar del recital.
Los más fiebres estaban desde las 6 a. m. ocupando su espacio frente a la tarima ubicada al costado este del velódromo.
En esto es justo reconocer la labor del Grupo Omega -que salvó el concierto cuando su productor inicial lo dio por perdido- y de los patrocinadores que no dudaron en poner el billete para que el público no tuviera que pagar.
Cerca de las 5 p. m. la explanada (adonde deberían hacer más conciertos) era un océano de gente, con familias enteras instaladas sobre el zacate y grupos de amigos vacilando e "hidratándose" mientras aquello empezaba.
Como es usual, una tropa de trabajadores informales hizo su agosto, especialmente los "esforzados" cuidacarros. Otros la pulsearon vendiendo refrescos, pupusas, chuzos de carne, gorras y las infaltables fotos "pirateadas" de Beto Cuevas.
Cuando el sol se apagó, el tránsito por el Parque se volvió cosa dura, pues todas las calles aledañas se convirtieron en parqueos improvisados. Y aunque nadie se aventuró a dar la cantidad de asistentes, las cabezas bien se podían contar en más de 30.000.
¡Qué quemados!
A las 6 p. m., los locutores de Vox empezaron a meter a la gente en calor, valiéndose para eso de los recursos más quemados del populismo, como "¿Dónde están los manudos?" "¿Y los morados?".
La animación incluyó además un concurso de karaoke de temas de La Ley -que afortunadamente Beto Cuevas no oyó- y la repartición de camisetas entre un mar de manos que imploraban por una de aquellas prendas.
A las 6:30 p. m., una microbús trató de entrar sigilosamente al lugar, pero fue rápidamente detectada por los fiebres y no faltó una muchacha que casi se guindara de las ventanas para robarse un saludo. ¡La Ley estaba en la casa!
Los locutores no pegaron ni una a la hora de presentar al viceministro de juventud, Hernán Solano, quien tomó el micrófono para agradecer a todos los que hicieron que el concierto de cierre del Festival de la Expresión Joven fuera posible. Sabedor de que los chiflidos no pueden estar mucho rato guardados, el funcionario no dudó en anunciar a los que todos fueron a ver... ¡La Ley!
¡Empieza la función!
Fue entonces cuando empezó lo bueno: Beto y compañía no se preocuparon de los preámbulos y de una vez arrancaron con Animal. El griterío fue ensordecedor.
La Ley es un grupo que sabe su oficio y por eso no dejó que la gente se quedara quieta (y menos callada). Hombre, Delirando, Libertad, Ámate y sálvate; la anticorrupción Sabes quién eres y Paraíso fueron el comienzo.
Aunque desde hace años se les identifica como un trío, para la gente ya está claro que aparte de Beto, el guitarrista Pedro Frugone y el baterista Mauricio Clavería, La Ley también tiene dos miembros no oficiales, pero sí indispensables: Archie Frugone (hermano de Pedro) en el bajo y la explosiva guitarrista Bibi McGill.
La estadounidense resulta todo un espectáculo, y no solo por su peculiar cabellera. La tatuada guitarrista -que de paso es la misma que le hace segunda a Pink en el video de Don't Let Me Get Me- es pura energía escénica y musical. Gran adición la suya, sin duda.
Como en este tipo de actividades nunca falta un mozote que quiera pasarse de chistoso, más de uno hizo la gracia de aventar latas de cerveza al aire, hasta que Beto puso orden. "Dejen de tirar latas que esto es pura paz, pura vida", fue su sentencia.
El clasicazo Prisioneros de la piel fue bien recibido, pero aún estaban por venir dos de los temas más coreados de la noche: Aquí y Día cero.
Está de más decir que ambas canciones fueron cantadas a todo pulmón por la masa, al punto de que el coro bien se podía oír en la rotonda de Paso Ancho.
Los chilenos siguieron desgranando éxitos como Más allá, Mi ley y la esperadísima El duelo.
Al final, el reconocimiento del viceministro al grupo fue justo, pues la banda bajó bastante su tarifa con tal de que ayer miles de jóvenes tuvieran gratis su Ley.