JOCOSIDAD URBANA, por aquí anda el humor de una película que quiere ser divertimento agraciado, pero que -sobre todo- intenta soplarle nuevos aires al cine costarricense (al largometraje), gracias al empeño de un equipo de gente dirigido por Óscar Castillo. Se trata de Asesinato en El Meneo.
No hace mucho, por abril, los medios de prensa comenzaron a desgranar curiosidades cuando anunciaron que Óscar Castillo filmaría su tercera película, luego de La Segua y Eulalia, de hace tantos años.
Las especulaciones iban y venían, y ahora estas son imágenes que están allí para el entretenimiento del espectador y para el análisis de los críticos. ¡Claro! El Meneo (que así ha llegado a titularse este filme con la jerga del cariño) es noticia consumada: aquí está.
El relato se inicia en un salón de baile de ritmos meneados y de bellezas también meneadas. Los cuerpos danzan. En tanto, los personajes aparecen, sugieren y entretejen un argumento de enredos amorosos; así hasta que una pareja (que busca un rincón para sus trajines eróticos) encuentra el cuerpo del conocido político Armando Meléndez, allí tendidito, con una jeringa en el cuello.
Ante ese hallazgo (jeringazo incluido) nadie puede salir del salón, nadie, ni Regina la propietaria, ni el cantante Yefri, ni el afeminado de ocasión, ni la bella y enigmática Sofía, ni Mercedes con sus sugeridas intrigas: ¡nadie! El momento les ha llegado a Sánchez y al Gato Mejía, detectives de la oficina El Ojo que Nunca Duerme, quienes se ayudan de una secretaria pizpireta llamada Paulette.
Mejía y Sánchez parecen detectives sacados de un cómic, y así lo vamos a entender cuando la historia vive una larga retrospección (flash-back) que nos manda a tres meses antes, y donde aparece el resto de personajes que da algún sentido a la historia.
Allí conocemos al empresario (típico viejo verde) llamado Manuel Sáenz y a su hijo Alberto, respectivamente: padre y hermano de Sofía, la que se enreda con... ¿Para qué contarlo, cuando todos se enredan con alguien o con algo? Así es: el lío, el embuste, el embrollo, el revoltijo y el jaleo son el tinglado de una historia que se alarga como cuello de jirafa: siempre un poco más de lo mismo.
Allí están actores conocidos del medio costarricense: Gustavo Rojas, Carlos Alvarado, Alonso Venegas, Andrés Montero, César Meléndez, Marilyn Gamboa, Metzi Hovenga, Marcela Ugalde y María Chaves. Con ellos el mexicano y buenazo Pedro Armendáriz.
Con la buena música de Vinicio Meza, con una puesta en escena que se esfuerza por darle sentido a un guión sin vitaminas, con imágenes pícaras de la cintura para arriba (malicia erótica), este es un buen momento para ir al cine a satisfacer curiosidades.