10-04-2014 Teatro Melico Salazar, Obra Diptych, de Jose Navas y Compagnie Flak Foto Jonathan Jimnez (Jonathan Jimnez)
El cuerpo es el material más dúctil en manos de orfebres de la danza como José Navas y la Compagnie Flak.
Al inicio de la obra Dyptich , escuchamos una promesa: vinimos a ver danza, danza pura. La coreografía es eso: un breve y variado torrente de puro movimiento.
Es el mismo director de la compañía canadiense quien se presenta al inicio con una consagración de esta pieza a celebrar el cuerpo y su potencial – “la inteligencia del cuerpo humano”, le llama Navas –.
Junto con la compañía, Navas se ha presentado en más de 40 países y ha destacado por sus obras variadas.
Dyptich se presentó ayer en el Teatro Popular Melico Salazar como parte del Festival Internacional de las Artes, y hoy volverá a escena. La función será a las 7 p. m. y la entrada tiene un valor de ¢5.000.
La coreografía es interpretada por ocho bailarines de Compagnie Flak (hombres y mujeres), cada uno de los cuales tiene su momento para exhibir su control de la técnica.
Las distintas escenas se dividen en dos partes, divididas por medio de la música de Johann Sebastian Bach, con El clave bien temperado en la primera parte y las suites para cello en la segunda.
Las escenas con música están intercaladas con momentos de silencio que permiten concentrarse en la armonía de las extremidades y el tronco en movimiento.
A esta impresión ayuda el vestuario discreto que se funde con el color de piel de los bailarines.
Es una forma de traducir a Bach en acción. Diptych aprovecha el pleno control de la técnica del que presumen los miembros de la compañía.
Al inicio, Navas advierte que no importa si la pieza triunfa o falla: será una demostración de capacidades y un vistazo al proceso de crear, y así se siente a través de las fluidas sucesiones de movimiento y energía.
La estructura de la coreografía es limpia y precisa; la incorporación de cada bailarín, calculada y discreta. Sin embargo, la obra va variando con cada pieza musical, por medio de cambios en la iluminación y sutiles alteraciones del vestuario de los bailarines.
Las figuras rectas y elegantes exhiben un entrenamiento clásico que aprovechan para derrochar energía sobre las tablas.
Existe correspondencia de los movimientos con la partitura, pero los bailarines exploran un amplio rango de movimientos de brazos y piernas, que se exacerba cuando danzan en parejas.
De nuevo, Navas lo ha explicado al comienzo: toma años de preparación convertirse en bailarín, es un esfuerzo cotidiano, constante, a veces doloroso y siempre demandante.