ACatherine Zeta-Jones no le falta casi nada para pasar por una beldad típica hispanoamericana.
Pero a pesar de sus rasgos exóticos y un apellido que se presta a confusión, la actriz que acompaña a Sean Connery en la película La emboscada, juego de traiciones --que se exhibe actualmente en el país-- no tiene ni una gota de sangre latina, en realidad proviene de Gales y a duras penas sabe decir "gracias" en castellano.
"Mi origen es galés e irlandés, pero en el sur de Gales hubo una gran influencia española", explica, y por su tono, se adivina que no es la primera vez que debe hacerlo.
"Y en cuanto a mi apellido, Zeta-Jones, automáticamente me hace sonar española, o hija de españoles. Pero la verdad es que mi nombre de bautismo es Catherine, Zeta era el nombre de mi abuela, y mi padre quiso conservarlo en la familia, por eso decidí adoptarlo."
A pesar de que su nombre resulta familiar desde hace muy poco, Catherine no salió de la galera de algún productor, ni fue descubierta en una estación de gasolina como Brad Pitt: tiene el respaldo de 15 años como estrella televisiva en Inglaterra, desde su debut en teatro a los 19 años en la comedia musical Calle 42.
Pero la fama internacional le llegó a partir del éxito de La máscara del Zorro, en la que compartió carteles con Antonio Banderas.
Actriz ante todo
La gente la considera ya una estrella de cine, pero ella se define simplemente como actriz.
Fue Steven Spielberg quien la vio por primera vez en la miniserie de televisión Titanic.
"Spielberg fue el único que vio esa serie", afirma con tono irónico. "En esa hora de trabajo mi vida cambió".
Fue el director de Parque Jurásico quien la recomendó para su primer papel como Elena en La máscara del Zorro.
Hoy Catherine es una de las nuevas actrices mejor pagadas y se ha rozado con grandes estrellas del celuloide.
Sobre su más reciente compañero afirmó: "Trabajar con Sean Connery ofrece dos alternativas: ser compatible o morir en escena. Podría haberme aplastado con un dedo, si hubiera querido, pero fue tan paciente... nunca olvidaré esta película, porque además, tengo el orgullo de que Sean se ha convertido en un buen amigo."
En ambas películas, tanto en La máscara del Zorro como en La emboscada, Catherine ha tenido que desempeñar papeles que le demandan mucho trabajo físico.
Muy física
La actriz se ha convertido en la estrella femenina de acción del momento, pero esto no la desvela.
"Es muy del estilo de Hollywood encasillar en este rol a una actriz después de hacer dos películas de acción, pero en mi próximo filme haré el papel de una bisexual, y en la otra, me sentaré con John Cusack solo a conversar: nada de acción."
De hecho, su destreza física es una de las características que la han hecho destacar, sin tomar en cuenta su belleza felina y su preparación actoral.
Incluso, fue ella misma quien realizó las escenas de riesgo en ambas películas.
En La máscara del Zorro fue necesario aprender con rigurosidad el arte de la esgrima, de la misma manera que bailar flamenco. En La emboscada, su habilidad le permitió que el director no la reemplazara en la escena más sensual de la película, en la que debe atravesar una serie de rayos láser para llegar a la máscara. "Esa escena es una de mis favoritas", admite.
"Hubiera sido muy fácil para mí pedir que alguien más hiciera las escenas de riesgo, pero en La máscara del Zorro quería contribuir con todo lo que podía dar de mí misma."
Entre sus próximos proyectos está el remake de la película de terror The Haunting, del director Jan de Bont (Speed, Twister) junto a Liam Neeson, Lily Taylor y Bruce Dern.
Luego vendrá High Fidelity, la nueva producción del británico Stephen Frears (Relaciones Peligrosas), con el actor John Cusack (La delgada línea roja).
Y no descarta una segunda parte de El Zorro, donde se reencontraría con Antonio Banderas y Martin Campbell.
Las oportunidades son amplias para Catherine, a quien le gustaría entablar con un director una relación similar a la que mantienen el actor Robert DeNiro y el realizador Martin Scorcesse.
“Además, tengo la sensación de haber nacido en la época equivocada de la historia del cine, porque me imagino a mí misma como una Rita Hayworth, por ejemplo. Hubiera adorado ser Scarlet O’Hara en Lo que el viento se llevó.