Versátil, camaleónico. Así fue Luis Aguilé, tanto que falleció ayer sin haber tenido tiempo de completar dos obras en las que trabajaba: la zarzuela Viva Madrid, Grandes éxitos de Broadway y un homenaje al poema argentino Martín Fierro , que había sido una ambición personal largamente acariciada por él.
Aunque su parte de creador de música para niños es entrañable, la carrera de Aguilé fue tan amplia que grabó temas de pop, boleros y zarzuelas.
Además de haberse mostrado siempre como un hombre alegre, buena gente y paciente, creó un estilo propio por sus coloridas corbatas de dibujos de combinaciones imposibles y su particular dicción. Por ello, fue parodiado por numerosos humoristas y, esto, lejos de acabarlo con la sorna, solo extendió su popularidad.
Su carrera fue extensa porque empezó temprano. Firmó su primer contrato como profesional a los 15 años de edad al cantar en una sala de fiestas de Buenos Aires, llamada Maison Doré.
Su primer disco, grabado con el sello Odeón, de Argentina, en 1956, contenía El preso número nueve y Tu recuerdo y yo , canciones rancheras.
Hubo un momento en que se convirtió el cantante de moda para el verano, algo yeyé, con temas como Juanita Banana , La Chatunga y Es una lata el trabajar .
Su carisma lo llevó a ser también presentador de televisión en programas españoles como Llegada internacional y El hotel de las mil y una estrellas . Y hasta incursionó el en cine.
Hombre serio. También fue productor independiente, creando su propio sello en 1968 y en los 80 fue asesor musical del programa de Televisión Española 1, 2, 3 responda otra vez .
Fue un hombre también de canción seria; prueba de ello fue el disco que lanzó en el 2008, Ciudadano Aguilé , cuyo primer sencillo, Señor presidente –una dura crítica a los gobernantes– causó polémica y fue censurada en Venezuela, Guatemala y Argentina.
Ciudadano Aguilé contiene 18 canciones todas con contenido social: Pobre soldado enterrado , dedicado a los soldados anónimos; Soy libre ya , compuesto tras el asesinato de Martin Luther King, o La vida les debe un aplauso , un homenaje a “profesionales anónimos que ayudan a la sociedad” y, por supuesto, Cuando salí de Cuba , que compuso en 1967 y que le valió ser tildado de fascista por la extrema izquierda de la isla. Aguilé hizo reír, soñar y rabiar.