Un equipo de arqueólogos excavará en las dunas de California central para recuperar lo que todavía exista del gigantesco escenario que el legendario cineasta Cecil B. DeMille usó para su versión de 1923 de la película Los diez mandamientos.
DeMille, quien reprodujo la película, ya con banda sonora y colores en 1950 y teniendo como protagonista a Charlton Heston en el papel de Moisés, eligió como escenario para su primera versión las enormes dunas en torno al pueblo costero de Guadalupe, unos 275 kilómetros al norte de Los ángeles.
Allí, los ingenieros y artesanos construyeron réplicas de cartón piedra de pirámides, templos y residencias del Egipto de 4.000 años antes de Cristo, incluido un palacio faraónico de diez pisos al final de una avenida con casi dos docenas de esfinges de cinco toneladas cada una.
La producción movilizó a unos 2.500 actores y 1.500 obreros de la construcción, que trabajaron casi confinados en el desierto durante dos meses.
DeMille trajo 200 camellos, y pagó a los mejores jinetes del Ejército de Estados Unidos para que condujeran los carruajes de caballos a gran velocidad sobre las arenas.
Demille y la génesis
La carrera de DeMille como cineastas y productor cubrió diez lustros del cine, desde que dirigió su primera película The Squaw Man en 1914, y se completó con 70 producciones que incluyen aventuras del oeste, comedias musicales y filmes de guerra hasta su muerte en 1959.
Entre las películas épicas más conocidas de DeMille figuran las dos versiones de Los diez mandamientos, Las cruzadas, Cleopatra y, la favorita del propio cineasta, El rey de reyes.
También dirigió comedias como The Affairs of Anatole, The Cheat y Madame Satan.
La primera producción de Los diez mandamientos en las tórridas arenas en torno a Guadalupe le costó a DeMille la cifra, enorme para aquella época, de $1,4 millones (¢408,8 millones al tipo de cambio actual).
Después de terminar la filmación y los miles de actores y extras, y las cámaras y luces abandonaron Guadalupe, también el Egipto de cartón piedra se desvaneció como un espejismo.
En sus memorias, DeMille escribió: "si dentro de 1.000 años los arqueólogos excavan en las arenas de Guadalupe, espero que no se apresuren a publicar la noticia asombrosa de que la civilización egipcia, lejos de quedar confinada al valle del río Nilo, se extendió hasta la costa oeste de América del Norte."
Hoy en día se sabe que DeMille ordenó que todos los escenarios fueran sepultados.
Un proyecto que encabeza ahora el Centro Dunes Discovery trabaja para reunir los $150.000 (¢43,8 millones) con los cuales espera iniciar en el año 2000 las excavaciones arqueológicas en torno a Guadalupe, en busca de lo que haya sobrevivido de los fastuosos escenarios.
Peter Brosnan, un productor de documentales que se ha dedicado durante años a la búsqueda de la "ciudad egipcia", dijo que "la idea de que se excave una ciudad egipcia falsa en California ya da para la risa".
"Pero esta es una pieza importante de la historia estadounidense de comienzos del siglo XX. Se trata del único escenario que queda de la época del cine mudo. Sabemos que está allí, bajo la arena, y creemos que en su mayor parte está intacto", agregó.
Nadie sabe a ciencia cierta por qué DeMille ordenó sepultar los escenarios, y Brosnan opina que lo hizo porque era la manera más barata de deshacerse de todo el cartón piedra.
Es probable que la mayor parte de las estructuras se haya destruido, pero mediante un radar que penetra en el suelo se ha detectado en una duna de casi 150 metros de altura lo que parece ser una acumulación de palacios de cartón piedra, madera y hojalata.