Fueron tiempos en que los más arriesgados eran quienes sabían nadar y hacer del agua su voluntad...
En aquellas piscinas –que abrieron en 1960 y fueron bautizadas con un nombre que pronto se hizo familiar– más de 80.000 personas en Costa Rica aprendieron a nadar y vivieron intensas emociones.
Esos momentos quedarán plasmados en la mente de quienes hicieron de esta alberca parte de sus vidas.
Ya son 47 años de existencia, pero ahora las Piscinas Alfredo Cruz, en San Pedro de Montes de Oca, están vacías.
Deporte por vocación
Cuenta María Lourdes Cruz, hija de don Alfredo, que su padre jugaba desde niño con sus ocho hermanos en una pileta que tenían detrás de su casa.
Allí les impartía clases de natación para que, según él, la gente creyera que había muchas personas recibiendo lecciones.
“A papi desde siempre le gustaron los deportes, desde que jugaba en ‘el charco’, como le llamaba él a la pileta. Siempre se dedicó a la natación y a otros deportes, era un hombre muy activo”, comentó sobre él, quien falleció de neumonía en marzo del 2006.
La lista de sus alumnos incluye nombres tan sobresalientes como María del Milagro París y Claudia Poll, además de su entrenador, Francisco Rivas, y el reconocido astronauta Franklin Chang Díaz.
A un año y tres meses de su partida, la piscina que llenó de confianza a muchos estudiantes de quinto grado (abrió cursos dirigidos especialmente a chicos de este nivel, procedentes de 63 escuelas del país), está siendo devastada por el paso del tiempo.
Las albercas se encuentran desalojadas y en muy mal estado. De hecho, los daños parecen ser irreparables y desatan un verdadero sentimiento de nostalgia.
Las instalaciones de la llamada “piscina pedagógica” cerrarron hace siete años por decisión del mismo profesor Alfredo Cruz, quien admitió que el estado de las mismas impedía seguir usándola. “Mi papá decidió cerrar porque los daños son enormes, y ya estaba muy mayor para dar clases”, contó Mauricio Cruz.
La inversión que habría que hacer para reconstruir las piscinas y el complejo que las rodea asciende a cientos de millones de colones; ¢200 millones, según el hijo de don Alfredo.
Y es que los daños son notables: el filtro de agua está totalmente herrumbrado , los vestidores y la soda se encuentran casi inhabitables y las áreas de guardarropa ya no existen.
Por otra parte, el trampolín, que fue usado en miles de oportunidades para hacer los saltos más notables, fue robado hace algún tiempo y de él queda solo una parte de la tubería.
Sin embargo, los familiares del “hijo del cantón” –declarado así por la Municipalidad de Montes de Oca en 1998 –, admiten que la esperanza de darle un segundo aire a estas piscinas es una posibilidad que no han descartado.
“Mucha gente nos llama para que les vendamos el terreno, pero siempre nos negamos. Duele mucho ver el lugar así y haremos todo lo posible para que algún día vuelva a funcionar”, dice María Lourdes Cruz.