PISCO, Perú (AFP) Sentimientos de rabia y frustración embargan a los habitantes de la ciudad costera de Pisco al verse aún rodeados de escombros, con familias viviendo en refugios precarios y con un reclamo común: poco se ha hecho tras el terremoto que arrasó el sur del Perú el 15 de agosto de 2007 con saldo de 595 muertos.
"¿Cómo está Pisco?", preguntan quienes vuelven a esta población tras un año y la respuesta es un reflejo automático: "¡Igual, todo sigue igual, parece que el terremoto fue ayer!".
La respuesta la comparten hombres y mujeres que diariamente caminan en medio de calles polvorientas, rodeados de material de desmonte tanto en el centro como en los alrededores de esta provincia de 136.000 habitantes.
El clima de protesta lo graficó Erasmo Huamán, del Frente de Defensa de Pisco, quien dijo este jueves a la AFP que hay una "lentitud exacerbante" en la reconstrucción de esta ciudad que resultó ser la más afectada.
"Sólo hay que darse una vuelta por calles y plazas para notar desorden, lentitud y dejadez de parte del gobierno, que no es sensible a las demandas de la gente", añadió.
Se ven solares vacíos donde hubo casas de adobe, calles obstruidas, ciudadanos que limpian sus terrenos y se empeñan por levantar casas -esta vez con ladrillos- pero que se quejan de la indolencia de las autoridades.
A media mañana del jueves cientos de escolares desfilaron por Pisco en una marcha por la paz en que reclamaban en carteles "exigimos una vida digna".
Pedro Valencia, autoridad educativa de Pisco, dijo que la movilización escolar quería agradecer a instituciones internacionales como UNICEF y a los gobiernos de Cuba, Colombia, Venezuela, España, y diversas ONGs que los apoyaron. Pero aclaró que no era para agradecer nada al gobierno.
"Es deber del gobierno agilizar la reconstrucción pues todo marcha lentamente", subrayó al indicar que cientos de niños estudian aún en escuelas de esteras. Estos niños participarán el viernes en una protesta contra el gobierno.
Mediante avisos en radio y televisión el gobierno señala que está entregando casas a damnificados en las zonas afectadas, pero Mercedes Salas, una viuda con dos hijos convertida en vendedora ambulante, dijo que recibió tan sólo hace diez días un lugar de parte del ministerio de Vivienda, y además muy precario.
"Pero es una habitación pequeña, muy endeble que es 'una coladera' porque entra el frío y la lluvia", señaló.
El ministro de Vivienda, Enrique Cornejo, de visita este jueves en Pisco para entregar títulos de propiedad a damnificados, subrayó que el gobierno "está atento a escuchar las críticas", pero dejó entrever que la marcha de protesta programada para el viernes podría tener una connotación política.
Aseveró que están en visita en la zona afectada dirigentes de la Confederación General de Trabajadores (CGTP, izquierda). "Algunos de ellos han estado impidiendo que se hagan obras", anotó.
El dirigente Erasmo Huamán aclaró que la marcha de este viernes será pacífica y que no tiene intención política. "Lo que queremos es celeridad", precisó.
Habrá marchas también en las ciudades de Chincha e Ica, también afectadas por el sismo.
El presidente Alan García admitió el miércoles que "tal vez hubiera podido avanzarse con más velocidad" pero señaló que Pisco "quedó en el suelo y reconstruir una ciudad es difícil".
"Creo que sí faltó un poco más de celeridad procesal; no se supo sortear todos los obstáculos que pone el Estado", dijo.
Frente a posibles desórdenes en las marchas del viernes, el gobierno envió un contingente policial de 300 policías a las ciudades de Chincha, Pisco e Ica.
El terremoto de 7,9 grados en la escala de Richter, arrojó un saldo de 595 muertos, 1.800 heridos y 320.000 damnificados.
© 2008 AFP