Los tres se llaman Joaquín y son de apellido Rivera. Por eso, cuando alguien llama por teléfono siempre le preguntarán con cuál quiere hablar. Ellos integran una familia de músicos y artistas que han crecido en Alajuela, desde donde han llevado su talento y pasión hasta cualquier rincón del país y fuera de sus fronteras.
Es imposible no pensar en música cuando uno se encuentra con don Joaquín, con su hijo Kin Rivera, o con su nieto Kincillo –hijo del segundo–.
De hecho, para quienes conocen a don Joaquín, es imposible no remembrar los días pasados de música bailable con la Orquesta Rivera Musical.
Padre y profesor
Allá por el año de 1955, Alajuela tuvo su primer grupo de garaje, que nació en los alrededores de la iglesia La Agonía.
Un joven profesor de música del Instituto de Alajuela decidió crear su propia orquesta y, en una cochera de la esquina de la cuadra donde hoy viven, empezó a ensayar con varios músicos contratados.
Don Joaquín ya tenía una orquesta, pero por razones de salud se tuvo que distanciar durante dos años de la farándula. La pasión por el arte musical fue más fuerte y reincidió hasta hoy, pues continúa llevando su talento a muy diversas actividades.
Por aquel entonces, las orquestas más famosas eran de la ciudad de San José; sin embargo, pronto en las provincias hubo una reacción en lo que se podría llamar la Época de Oro de las Grandes Orquestas . Fue así como, desde diferentes lugares del país, llegaban a la capital formaciones de gran calidad.
“Yo escogí músicos muy buenos, los mejores del momento. Eran los mejores de cada banda de provincia y todos eran lectores de música”, cuenta don Joaquín.
Y aún recuerda algunos de esos nombres: “Delio Sánchez, José María Castro, Rafael Chávez –más conocido como Catanga y actual trompetista de la Sinfónica Nacional– el director de la Banda de San José, a quien le decimos Periquín y que desde esos tiempos ya era un excelente músico, y en el trombón estaba Alexis Bogantes, que era un músico muy fino”.
Nombres vienen, nombres van, y aquellos que se vieron involucrados con la orquesta de don Joaquín no podrán olvidar el trato del caballero, el buen consejo del amigo, y, sobre todo, las enseñanzas del maestro que siempre se preocupó por brindar al músico un nivel profesional en tiempos cuando no era bien visto vivir de un instrumento.
Don Joaquín tuvo sus hijos y dos se integraron a la orquesta; no obstante, solo uno descolló en el campo musical: Kin .
Artista y empresario
Desde que estaba en el colegio, el segundo Joaquín de esta genealogía supo que la música era primordial en su vida. Por eso aprendió a tocar trompeta.
Kin era, pues, un trompetista, hasta que un día, cuando tenía 15 años, mientras bailaba con una amiga en la Unión Deportiva de Moravia, el baterista de la orquesta Rivera Musical hizo un solo.
Entonces sucedió algo mágico, una especie de encantamiento: a partir de ese momento, su nuevo instrumento y por el que sería conocido en el ambiente musical nacional fue la batería.
Con el tiempo integró el grupo Amigos. Luego fue el baterista del Pibe Hine en un bar del Paseo Colón llamado Colette, y, posteriormente, se unió al grupo Gaviota.
Después de un tiempo en esa agrupación decidió independizarse y formó el grupo La Empresa. Estos eran los tiempos del chiqui-chiqui , cuando la competencia era muy dura.
Ya para ese momento, Kin estudiaba música en la escuela de la Universidad Nacional. Fue allí donde conoció a Adrián Goizueta, quien pronto le invitó a formar parte de su Grupo Experimental.
Aretes yrock
El tercer Joaquín de esta historia sorprendió un día a su papá cuando, durante una actividad colegial, tocó con un grupo que había formado con algunos de sus compañeros.
La fiebre del cumiche era tanta que siempre acompañaba a su papá, Kin , a los toques del Grupo Experimental.
Fue durante una semana universitaria, en un concierto en la Facultad de Educación, cuando Kin dejó a Kincillo hacer un solo de batería. Todos quedaron sorprendidos y, a partir de entonces, fue muy común ver a Kincillo detrás de platillos y tambores.
Su nombre empezó a crecer en el ambiente y pronto grabó un disco con Ares, su grupo de rock . Hoy es considerado toda una promesa y recientemente obtuvo, junto con su padre, un patrocinio mundial de la firma Savian, especialista en platillos, además de una representación, también mundial, para la marca Yamaha.