
Al fin se estrena la película costarricense
La escogencia del blanco y negro como expresión visual del filme, con tenues o sutiles intrusiones del color (sobre todo del rojo), más que asunto fotográfico es afán narrativo en
Así, ahonda en los principios naturalistas y le da veracidad a la trama: refleja el mundo sombrío de personajes desclasados socialmente, víctimas de sus impulsos y de la injusticia social.
Este realismo naturalista está en casi todas las expresiones artísticas, pero es en la literatura donde toma cuerpo a partir de doctrinas deterministas en biología, en sociología y en historia. Es el escritor francés Émile Zola (1840-1902), quien le da cuerpo literario.
Sin embargo, para agregar carbón a la polémica, pienso que el realismo naturalista es sustrato de movimientos valiosos del cine, como la Nueva Ola francesa, el Free-Cinema inglés y hasta el propio Direct Cinema en Estados Unidos. Con ese realismo se ofrecen, con creatividad, el cine iraní y el cine latinoamericano en general.
Igual, el cine costarricense ha buscado expresarse desde ese tránsito.
Lo hace con dignidad artística, y esto es lo que vale para recomendarla dentro de sus condiciones.
Diría, incluso, que lo hace con abuso formal, con su exceso de primerísimos planos, que nos resultan invasivos para darnos las reacciones anímicas de los personajes. Esto reta a los actores y, la verdad, es que ellos salen bien parados de dicho lance, sobre todo quienes encarnan a las tres Marías de la historia, mujeres víctimas de una sociedad injusta en lo social y estúpida con sus códigos machistas.
Igual sucede con planos en contrapicada (del suelo hacia arriba), con muchos encuadres angulados y con otras decisiones formales del director (cercanas al expresionismo alemán en el cine), fórmulas interesantes, bien logradas, pero que me llegaron a cansar por secuencias.
Esa historia, a la que (creo) le falta más complejidad en acontecimientos, se nos muestra desde tres perspectivas distintas: es lo mismo vivido por tres mujeres diferentes que, entre sí, tienen en común el nombre y el proceso de degradación social. El lenguaje aquí es duro, cortante y lumpesco.
Como dice Roberto Sánchez, del
No es para vender boletos o provocar risas. En esa onda crítica, entran los comentarios políticos en contra de los gobernantes del país y las burlas al Tratado de Libre Comercio (TLC), señalado como un espejismo.