Un total de 31 personas, la mayoría niños, murieron al incendiarse ayer de madrugada un hogar para discapacitados en Chile y desplomarse en llamas el techo de un pabellón sobre las camas de sus residentes más indefensos, dijeron funcionarios y testigos.
La tragedia, ocurrida en la madrugada en la localidad rural de Colina, a 28 kilómetros al norte de Santiago, se desencadenó al incendiarse el material aislante del techo del pabellón de los niños y jóvenes más desvalidos del hogar Los Laureles.

Los bomberos llegaron a los pocos minutos al complejo Los Laureles, pero las llamas ya habían envuelto completamente el edificio y comenzaban a quemar otro pabellón.
Drama en el rescate
Según testigos, el rescate se complicó porque algunos de los residentes creían que se trataba de un juego y volvían a entrar a los pabellones que se incendiaban.
Los muertos, cuya edad promedio era de 12 años, en su mayoría eran personas que necesitaban sedantes o estaban postradas en sus camas y no podían escapar por su cuenta.
La ministra de Justicia, Soledad Alvear, quien visitó la escuela donde se albergó a unos 140 niños y adultos evacuados del hogar, dijo que 31 perecieron en el siniestro.
Ante críticas de que Los Laureles no contaba con suficientes medidas de seguridad y personal, Alvear defendió a la fundación que opera el hogar, la Comisión de Ayuda al Niño Limitado (COANIL), como una entidad seria y prestigiosa.
El director nacional de COANIL, Guillermo Vidal, dijo que los bomberos especulaban con que el incendio se produjo por una lámpara que se recalentó y prendió fuego al material aislante que revestía el cielo raso, convirtiéndolo en un horno.
"Desgraciadamente, hubo un problema eléctrico que incendió el techo y cayeron las llamas sobre las camas de los niños. No tuvieron ninguna posibilidad de escapar", expresó Vidal.
La tragedia en Los Laureles conmovió a los chilenos.
"Es muy lamentable porque se trata de niños, y niños limitados. Es una tragedia muy grande que enluta al país", afirmó el presidente de la República, Eduardo Frei, durante una ceremonia.
Frei agregó que su gobierno aportará recursos para ayudar a las víctimas, sus familiares y a la reconstrucción del hogar calcinado.
Fatalidad, la culpable
La incapacidad física y la avanzada debilidad mental que padecían pudo ser la principal causa de la muerte de muchas de las 31 víctimas del hogar de niños de Los Ceibos, incendiado ayer de madrugada en la localidad rural de Colina, al norte de esta capital.
Abandonados la mayoría de ellos por sus progenitores, incapaces de poder cuidarlos adecuadamente, las víctimas perecieron prácticamente sin saber de la tragedia de que eran protagonistas.
Y, paradójicamente, no faltaron quienes virtualmente se autoinmolaron al retornar al lugar del siniestro, del que habían sido rescatados.
"Fue imposible sacar a más niños porque muchos de ellos estaban postrados", dijo, aún apesadumbrado, uno de los instructores del centro integral Los Ceibos, que la fundación privada COANIL mantiene en la localidad rural de Colina, a 28 kilómetros al norte de Santiago.
"Llevo 17 años aquí, así es que me los conozco a todos", agregó el funcionario, identificado solo como Nacho.
"El problema fue que el personal sacaba a los niños y estos volvían, atraídos por las llamas, sin tomar conciencia del peligro", señaló -por su parte- la directora de Coanil, Isabel Margarita Patino.
Nacho, quien vive cerca del predio que alberga el internado y la escuela especial que forman el centro Los Ceibos, llegó a los pocos minutos, alertado por las sirenas de los bomberos. Pero dijo que ya poco se podía hacer, solo alejar a los que habían escapado de las llamas.
Cuerpos carbonizados, techos derrumbados, catres retorcidos y camas calcinadas quedaron como patético testimonio de una de las mayores tragedias que se han vivido en este país recientemente.
Ubicado en un sector rural, aunque cercano a Colina, el centro no cuenta con grifos que hubieran suministrado el agua necesaria para combatir el fuego. Los bomberos, sin embargo, sostienen que acudieron prestamente y que "se hizo lo que se pudo".
Llorosos familiares llegaban a inquirir por la suerte de los hombres y mujeres internados en Los Ceibos.
La directora de la fundación, que se financia con aportes privados y estatales, rechazó que los insanos hubieran estado drogados y que no contaran con el personal necesario.
Siete personas cuidaban de ellos durante la noche.
"Todos estaban medicados, según el tratamiento que requerían. Pero drogados, de ninguna manera", señaló Isabel Margarita Patino, quien también rechazó que algunos hubiesen estado con camisas de fuerza.
Pero Luis Paredes, presidente del centro de padres de los internos, se quejó de la falta de recursos en la entidad Los Ceibos, aunque descartó una negligencia.
Los padres de Guillermo Moris, de 11 años, una de las víctimas fatales, reconocieron que su hijo con daño neurológico y epilepsia, estaba bien cuidado.
Otra pareja de padres que llegó hasta Los Ceibos contó aliviada que las informaciones radiales que daban a su hijo por muerto, no eran exactas y que se encontraba hospitalizado, fuera de peligro. Pocos momentos después, alguien los sacó de su error y estallaron en llanto. Su hijo es uno de los fallecidos.