Sin duda, nadie en el concierto del grupo de punk estadounidense Strung Out deseaba que este terminara, pero como todo lo bueno en la vida, a las 9:07 p. m. llegó el final.
Pero los rostros de la muchachada dejaba ver que salían contentos, por disfrutar 76 minutos de buen punk y, sobre todo, por la entrega de energía que el grupo les obsequió en el Club Vértigo, lugar del segundo concierto del grupo en el país.
Humo de cigarro, música electrónica, mucho orden, tenis de colores, tatuajes como para escoger un diseño y algunos fanáticos sentados en el suelo; todo estaba en relativa calma en el Club Vértigo, hasta que una música, muy al estilo de las películas del oeste, anunció la llegada del grupo.
El reloj marcó las 7:51 p. m. y al escenario salieron Jason Cruz (voz), Jordan Burns (batería), Jake Kiley y Rob Ramos (guitarras) y Chris Aiken (bajo), de inmediato la euforia fue total en el lugar.
Los californianos llegaron para adueñarse del espacio y desde el primer momento que pusieron un pie en la tarima entregaron alma y corazón. Poco a poco llegaron temas como Ultimate Devotion y Too Close to See , los que el público demostró conocer al cantarlos de principio a fin.
Los Strung Out salieron con camisetas negras y el logo de la agrupación, salvo por Cruz quien prefirió una camisa de manga larga, pero, desde luego, siempre negra.
Buena química. Con forme el concierto se fue desarrollando, el grupo mantuvo una buena comunicación con el público. A ratos lo intentaba con frases cortas en español como “viva Costa Rica” o el típico “pura vida”, hasta esfuerzos mayores como un “yo te quiero mucho amigos Costa Rica”, que dijo Aiken a la concurrencia.
Los minutos transcurrían y más temas se escucharon: Mind of My Own , Deville y Mission to Mars . La entrega del grupo era total, sino que lo digan los fans de la primera fila, quienes tuvieron a Cruz cantando junto a ellos, mientras los agentes de seguridad intentaban que el músico no fuera arrastrado hasta la masa.
Aunque el sonido dio muchos problemas –la calidad era deficiente y costaba un poco entender las voces– los asistentes igual se deleitaban con la música, incluso algunos intrépidos subieron a la tarima y desde ahí se tiraban al centro del público, donde muchas manos los recibían y amortiguaban.
El tiempo parecía que corría más deprisa de lo normal, pero eso ocurre cuando la gente lo pasa bien. A las 8:41 p. m. un pequeño fallo técnico detuvo brevemente el concierto, pero se solucionó y la fiesta continuó.
Las 9 p. m. y estaban cerca y ya algunos de los más entusiastas se quedaban sin energía y preferían sentarse a los costados del club para recuperar fuerzas.
Con un “muchas gracias” Cruz se despidió, pero muchas gargantas pidiendo “otra, otra” los hicieron regresar por el “zarpe”.
Retrasos. Aunque estaba pactado para que el concierto se iniciara a las 2 p. m., un problema técnico hizo que el concierto comenzara a las 4:30 p. m.
El retraso no molestó a los asistentes que pacientemente esperaron, incluso muchos llegaron después de las 5 p. m.
Previo a la presentación de los californianos, cinco artistas nacionales subieron a escena. Los primeros fueron Seka, quienes debieron empezar a calentar a la gente.
Con solo la guitarra y su voz Kurt Dyer subió a escena y sus temas fueron bien recibidos.
Adaptados transmitió mucha energía y para este punto una buena parte del público ya había entrado en calor con la música. Como regalito los Adaptados cantaron el clásico de Calle Dolores Machita carita , lo que el público valoró.
Los últimos en cantar fueron Bufonic y Solocarne, este último, sin duda, fue uno de los grupos más aplaudidos entre los locales.