1879-1953
Detenido en Petrogrado, permaneció en prisión hasta 1917. Dedicado a preparar una nueva revuelta, cuando estalló la revolución de Octubre formó parte del gobierno revolucionario como comisario de nacionalidades, cargo que desempeñó hasta 1922 y en cuyo ejercicio escribió la “Declaración de los derechos de los pueblos de Rusia", preludio de la organización del estado soviético. Colaboró eficazmente en las defensas de Petrogrado y Tsaritsin (ciudad que posteriormente fue llamada Stalingrado), y fue elegido secretario general del Comité Central en 1922. Como tal trabajó para hacerse con el control del aparato del partido, a pesar de los reparos de Lenin, quien recomendó su eliminación en el Testamento.
Tras la muerte de Lenin y la eliminación de Trotski, Stalin logró hacerse con el poder absoluto. Implantó una dictadura y, para la colectivización forzosa de la poducción agraria, estableció el primer plan quinquenal. Suprimió toda oposición, e instigó procesos por los que muchas de las principales figuras del partido y del ejército fueron acusadas de traición, encarceladas o fusiladas. Se calcula que el número de condenados a trabajos forzados en Siberia alcanzó cifras entre 5 y 10 millones. En 1939 firmó un pacto de no agresión con Hitler, lo que no impidió la invasión alemana a Rusia en 1941. Se volvió entonces hacia las potencias aliadas. Participó en las conferencias de Teherán, Yalta y Potsdam, en las que se organizó el reparto del mundo en 2 bloques ideológicos. Falleció en Moscú. Tras su muerte Kruschev denunció sus crímenes; la “desestalinización” culminó con la retirada de su cadáver del mausoleo Lenin, y su inhumación junto al muro del Kremlin.