Dicen que tiene mal genio, que es muy mandona, que nadie se la aguanta y que por eso nunca se casó. Tiene 48 años y es lo que podría considerarse una "típica solterona".
Pero no es cierto. Auxiliadora es una mujer feliz, de carácter firme e independiente que decidió, hace muchos años, mantenerse soltera.
"No me gusta el matrimonio porque me crié en un hogar muy machista donde dominaban los hombres, y solo ellos tenían derechos", afirmó. En la actualidad, una decisión similar se hace cada día más frecuente en personas que rondan las tres décadas.
Contrario a lo que sucedía en décadas anteriores, cuando el temor a los estereotipos lanzaba hacia el matrimonio a los jóvenes a temprana edad, muchos treintañeros de hoy son reacios a compartir su vida bajo un compromiso formal, y esto parecen disfrutarlo al máximo.
"El matrimonio es una opción cerrada. No se convierte en una elección propia sino en la de otros", afirma María Hernández cuando se le pregunta el por qué no se ha planteado casarse.
Ella se suma a las personas que poseen su propia fuente de ingresos, tienen más de 25 años y no piensan formalizar legal o religiosamente una relación en pareja.
A sus 30 años, esta psicóloga en ejercicio tiene a su haber varias relaciones que, según afirma, no han perdurado como consecuencia de su reticencia al compromiso.
Presión social
Según Auxiliadora, la soltería es una opción que demanda firmeza, porque la presión social hacia el matrimonio es muy fuerte.
"Es tan grande, que es casi un estigma. La gente piensa que una mujer se queda soltera porque nadie la quiere, porque es muy fea, porque nadie se la aguanta o porque es frígida", indicó.
No obstante, Saray González, psicóloga clínica, afirma que el aumento de casos de soltería obedece a que, en la actualidad, la sociedad es más flexible. Esto motiva a las personas a tener otras aspiraciones y otras metas.
María es ejemplo de ello. Ha vivido sola casi la mitad de su vida. "He disfrutado de mi vida teniéndome a mí misma como centro", afirma y continúa: "A los hombres les asusta una mujer independiente, esperan que se les cuide como hijos".
Sin embargo, para ella la soltería no es sinónimo de soledad. "Mi opción de estar soltera no implica no tener pareja, aunque nunca usaría el anillo de bodas. Incluso el uso del lenguaje en torno al matrimonio me incomoda. Esposa es como si se dijera esposada" .
Se disfruta el doble
Jorge Monge es un abogado de 28 años que define su soltería en dos frases: libertad y disfrutar sin compromisos. Para él, el matrimonio es un paso tan importante en la vida de un hombre o de una mujer que todavía no está dispuesto a asumirlo.
"En mi mente tengo que cumplir ciertos objetivos primero. Es mejor estar solo que mal acompañado, además, mi ejercicio profesional me permite ver la cantidad de divorcios que se ejecutan cada día", puntualiza.
Para Monge, su soltería viene acompañada de lo que llama beneficios económicos: "si se viaja soltero se disfruta el doble y se gasta la mitad".
De manera más conservadora se manifiesta Olga Herrera, asistente médica y maestra, quien a sus 33 años contempla el mantenerse sola como un cúmulo de ventajas, entre las que se encuentran el disfrutar enteramente de su sueldo o volver a casa después de una o varias noches de fiesta.
Pero cuando habla de convivir con alguien ya es otra cosa. Olga explica que de ser así, solamente sería casada y, por el momento, no le interesa."El matrimonio es la tumba de la libertad. Con un marido no sería lo mismo", afirma.
Matrimonio: ¿una tumba?
Para Isabel Wing-Ching, socióloga y catedrática de la Universidad de Costa Rica, esta visión del matrimonio no puede estandarizarse, la generalización no es válida, depende de cada individuo. Aunque considera que el aumento de separaciones, la violencia doméstica o el incesto asusta a muchos.
"Estas situaciones siempre han existido pero es hasta ahora que se hacen públicas, los jóvenes se dan cuenta de que eso existe", afirma.
Trabajar y estudiar hace que los jóvenes se enfrenten a responsabilidades y conozcan lo difícil que es construir una vida y opongan resistencia a asumir obligaciones, afirma la socióloga.
En su opinión, estas personas tarde o temprano buscarán una pareja. "La vida está hecha para parejas; para disfrutar se necesitan dos. Da una dimensión mucho más rica a la vida".
Mejor no, gracias
Auxiliadora dice que su opinión sobre los hombres se ha moderado, quizá porque ahora se relaciona con hombres maduros, que también han cambiado.
Sin embargo, asegura que aún así, no se casa. "No me puedo imaginar amanecer en la cama con otra persona, porque estoy acostumbrada a tener mi grabadora, mis libros... Una se hace egoísta".
Casarse o permanecer soltero, la opción existe hoy. Esa presión social que se ejerce contra los solteros y que se refleja en frases como "a Fulanita la está dejando el tren", están dejando de tener sentido.
Los estereotipos sociales contra la soltería parecen ceder ante las nuevas tendencias de vida.