Madrid (España). El cantante cubano Silvio Rodríguez y el español Luis Eduardo Aute han vuelto a formar cuadrilla en la monumental madrileña de Las Ventas para repetir el inolvidable Mano a mano que les uniera hace seis años, pero esta vez con motivo de la gira 2 en concierto que iniciaron en La Habana.
Sin más preámbulos que los retoques a un escenario vestido de largas telas blancas, los primeros acordes de Anda se dejaron oír anoche en el coso taurino de la mano de Aute, quien se dirigió al público para revelar esto: "Madrid es la responsable de este concierto porque es mi casa."
El espectáculo todavía no estalló con las que siguieron, Cine, cine y Café Ajafa, pero lo hizo cuando el público, no tan incondicional como el de 1993, reconoció las notas de La belleza mientras Aute ya introducía a Silvio Rodríguez para que le acompañara en el primer mano a mano de la noche... Dentro.
El trovero cubano ya había ganado el favor de la presidencia con su salida al escenario y se ganó la puerta grande al reconocer que "el momento no era fácil" por encontrarse ante "la fiel Madrid". Después, acompañado por el guitarrista y amigo Rey Guerra, dejó salir de su garganta Casiopea o ¿Quién tiene viejo el corazón?
Petición y roce
Silvio Rodríguez, molesto con parte del público que le reclamaba Ojalá, decidió continuar con los temas de su nuevo trabajo, Mariposas. "Si buscara el aplauso fácil, estaría traicionando parte de lo que nos une", les dijo.
Pequeña serenata diurna supuso un deslucido segundo pulso que ya había ganado el cubano, pero que Aute enmendó con los vítores más cerrados de la noche que no fueron ni para Volver a verte o Cinco minutos, sino para el recuerdo de otro grande, Alfredo Krauss, fallecido ayer y a quien el cantautor español dedicó De la luz y la sombra.
El intimismo y el cansancio llegaron a mezclarse tras la segunda tanda de Silvio Rodríguez, pero el público estaba entregado a la faena y los hermanos de canción volvieron a unirse en Ángel para un final, que el cubano dedicó a la mujer "más importante" para él: su madre.
Tras finalizar sus respectivos repertorios con Hemingway delira, del disco Alevosía, de Aute, presentaron a su equipo: Marta Pizarro, en los coros; Inor Sotolongo, en la percusión; Jorge Alexánder, en el bajo; Antonio Sanco, en los teclados; Ramsés Rodríguez, en la batería, y Gonzalo Lasheras, a la guitarra.
Varias retiradas en falso no fueron suficientes para abatir las ganas de más del público, contentadas con El unicornio azul, Albanta o Una de dos, con un excelente sonido que acompañó, ahora sí, el respetable congregado en el ruedo madrileño.
La noche decidió amanecer con las pequeñas luces de los mecheros que iluminaron unas decenas de puños cerrados en alto al grito de Ojalá, interpretada por la voz de Silvio Rodríguez y la guitarra de Rey Guerra.
Seis años después, el coso madrileño revivió mano a mano, codo con codo y voz contra voz con Al alba, que sirvió para hermanar, una vez más, la música de autor de estos dos grandes intérpretes, dos hermanos de canción, uno español y otro cubano, que fueron más 2 en concierto que nunca.