La ciudad de Hannover ultima los preparativos para la Expo 2000, un acontecimiento en que Alemania se estrena como sede y en el cual se pondrá a prueba la capacidad de dar con soluciones de urgencia de un país poco dado a la improvisación.
"Es la primera vez que Alemania actúa de anfitrión de una Expo y, diez años después de la reunificación, queremos presentarnos como un país tolerante y abierto a todas las naciones y razas del mundo", resume Birgit Breuel, la comisaria general de la exposición, cuyo lema será Humanidad-Naturaleza-Tecnología.
Abierta al mundo y también dispuesta a "importar" algo de lo que hasta ahora no ha sido el fuerte de esta nación, como es la capacidad de sortear con fantasía los obstáculos de última hora.
A tres semanas de la inauguración de la primera Expo del milenio, el 1∞ de junio, Hannover lucha contra el reloj por acicalar su aspecto, mientras los responsables rehacen por enésima vez la lista de países participantes, que deberían ser 180.
A última hora
"No me pregunte por qué pues yo mismo no me explico cómo, en un proyecto mundial de este relieve, en que cada país encarga su pabellón a arquitectos de prestigio, algunos países decidan en la recta final si vienen o no", admite Nicholas Batten, responsable de relaciones con la prensa internacional.
Ese fue el caso de Estados Unidos, que, tras meses de tira y afloja, canceló definitivamente su participación en la Expo hace dos semanas, al no haber encontrado patrocinadores para los $70 millones (¢21.210 millones) que costaba el pabellón.
En cambio, Argentina se replanteó su penúltima decisión de no acudir a la Expo y anunció, también en la recta final, que sí estará en Hannover.
La solución a los espacios que dejan unos o las presencias de última hora de otros se resuelven con la única arma al alcance: la improvisación.
"Se amplía el pabellón de un país, se colocan un par de árboles o un puesto de comida para llenar el hueco", explica otro miembro del equipo de prensa.
Los grandes beneficiados del retiro estadounidense serán los Emiratos Árabes, que dispondrán de más espacio para dejar pasear a sus camellos por toneladas de fina arena del desierto importada.
"Hay países que tienen prácticamente lista su representación, como Hungría, mientras que otros acaban de desembarcar con su material, como Italia y Turquía, que apenas disponen de tiempo para estar preparados para la inauguración", continúa Batten.
De todas partes
Las 60 hectáreas de superficie que ocupa el recinto de la Expo ofrecen así un paisaje dispar, plagado de hormigoneras y materiales que van del puro acero a las planchas de corcho, con camiones y obreros llegados de todas partes del planeta.
Esta semana llegó desde Barcelona un transporte de madera para completar el ecológico pabellón de paredes de corcho que representará a España.
Por vecinos tendrá unos "iglúes" daneses hechos de placas metalizadas, con vistas al pabellón holandés, cuyo diseño se ha ganado ya el primer apodo de la Expo: el "Big Mac", por recordar una gran hamburguesa.
Algo más apartado está el templo nepalí, en cuya construcción han intervenido 800 familias de ese país y que llegó a Alemania a punto para el ensamblaje final, así como la filigrana hecha íntegramente de papel por los japoneses.
Afortunadamente, Brigit Breuel tiene experiencia en superar dificultades y críticas adversas ya que, tras la reunificación, presidió la entidad fiduciaria para la privatización o liquidación del antiguo tejido industrial y empresarial de la República Democrática Alemana (RDA).
Ella dice no temer los problemas de seguridad, a pesar de que decenas de grupos radicales han anunciado su "visita", ni tampoco a los problemas de financiación, por encima de las informaciones que aseguran que la Expo alemana será deficitaria.
Sin embargo, no tiene una explicación convincente a la pregunta de cómo se atraerá a los 40 millones de visitantes necesarios para llenar las arcas de la Expo.
Hannover es una ciudad sin encanto, cuyos esfuerzos por lucir su mejor rostro se concentran en terminar a tiempo las obras de la estación ferroviaria.
"La decisión de que Hannover fuera la sede de la Expo 2000 se adoptó, antes de la reunificación, de forma vinculante por parte del comité de Exposiciones Universales. No era revisable", dice Breuel.