Hablar de esta clausura es seguir hablando de una fiesta, porque este domingo -cuando concluirán las sesiones del X Festival Internacional de las Artes- todavía habrá varias funciones de teatro, circo, títeres, cine, música y danza.
El domingo, desde temprano, el FIA hará la última ronda por los escenarios que habitó durante 10 días pero el zarpe se lo echará con dos tragos de largo aliento: un conciertazo con el sonero boricua Cheo Feliciano -que se prevé sencillamente delirante- y una cita callejera, en la explanada del Museo de Arte Costarricense, donde habrá mascaradas de Cartago y la Danza de los Diablitos, de Boruca.
La cita nocturna con Feliciano es uno de los encuentros más esperados y todas las razones son válidas: a sus 70 años, el Cheo es una leyenda viva de la mú sica tropical y, además, es la primera vez que canta en Costa Rica.
El intérprete es un rumbeador insigne y uno de los grandes boleristas latinoamericanos, del cual se han universalizado temas como Amada mía , Consuélate , Inolvidable, Juguete y su himno personal, Anacaona .
Detractor de la reducción de la música tropical a la "salsa", Feliciano es un maestro del son, el guaguancó, el danzón, el mambo y la rumba pero, ante todo, es una voz enamorada, y así es como suelen recordarlo.
"Soy primero un cantante romántico y la salsa viene después porque el bolero es la mayor expresión del amor en la música", dijo una vez. "Cuando tú das con amor, hasta el dolor es un placer, ya que lo das todo porque lo sientes. Si tú no tienes amor por dentro no puedes darlo, así que, pues, amor eres tú si tú lo tienes".
Nacido en Ponce, Puerto Rico, en julio de 1935, Feliciano fue uno de los pioneros de la difusión de la música tropical en los años 60 y 70 a través del sello Fania, cuyo directivo, Jerry Masucci, convocó en Nueva York a los mejores salseros de la época como Willie Colón, Ray Barreto, Héctor Lavoe, Ismael Miranda, Bobby Valentín y Larry El Judío Maravilloso Harlow, entre otros, para formar la famosísima orquesta Fania All Star.
Esta es la primera vez que el septuagenario, con más de cuatro décadas de trayectoria, se vea frente a frente con el público costarricense. Su actuación estará acompañada por los timbales de Son de Tikizia, el conjunto que -desde las raíces más puras del trópico tico- dirige Walter Flores.
Los mentados timbales los pondrá Rafael Ángel Pangui Mora, mientras que el resto pondrá el resto: Marcial Flores el trombón, Leo Rodríguez otro trombón, Alfredo Poveda la voz y un tercer trombón, Ricky Wynt Scott el bongó y la garganta, Danilo Castro el bajo, Felipe Fournier la percusión, Olivier Rodríguez las congas, y Walter Flores los teclados.
Dominicales. El primer movimiento de la despedida lo dará el director estadounidense Robert Gifford, quien dirigirá a la Banda Nacional de San José durante dos conciertos especiales -ambos con repertorio nuevo- que incluirán obras de Shostakovich, Andrew Lloyd Webber y el Concierto para marimba y ensamble de viento , de Ney Rosauro, entre otras. El primer concierto será hoy, a las 6 p.m, en la Catedral Metropolitana, y el segundo el domingo (el día de los acontecimientos que nos ocupan), a las 2 de la tarde, en la explanada del MAC.
La enorme mascarada del Colegio Universitario de Cartago (CUC) y los habitantes de Boruca estarán en el mismo lugar, unas horas más tarde.
La delegación de Boruca hará en la calle lo que suele hacer en la privacidad de su pueblo: la tradicional Danza de los Diablitos, sinónimo de historia, insumisión y parranda.
El baile simboliza el choque de culturas entre indígenas y españoles, donde los diablos representan la fuerza de la etnia originaria que finalmente caza y sacrifica al toro, que representa a los conquistadores. Así, cuando los diablos hayan terminado su trabajo, la Mascarada Hermanos Hernández, del CUC, desfilará con antorchas y fantoches, para terminar de espantar a los mortales y darles el último adiós.