
Egipto 97 no fue el Mundial soñado para Esteban Santana. Una lesión en la rodilla izquierda y una expulsión en el primer duelo con Bahrein, frustraron las metas del goleador infantil en el comienzo de su carrera.
Desde Alejandría, poco antes de viajar ayer a El Cairo, su última escala en el país africano antes de retornar a casa, Santana dijo por teléfono a La Nación que la experiencia le servirá para entender que el fútbol también tiene momentos ingratos.
"Esto que pasó no estaba en mis planes. Por muchas circunstancias no anduve bien ni pude jugar en buena forma. Mi meta era jugar los tres partidos y dar lo mejor, pero así es el futbol", expresó con desaliento, pero con un tono de madurez en sus palabras.
Todo se derrumbó desde la lesión sufrida en Austria, donde recibió un fuerte golpe en la rodilla izquierda al chocar con el portero de Alemania, en un amistoso ganado 4 a 0 por los europeos, el 21 de agosto pasado.
Con tratamiento en una clínica de Port Said, logró recuperarse a tiempo para el debut costarricense ante los árabes de Bahrein, hace una semana. Sin embargo, se le presentó el penoso caso de la doble tarjeta amarilla y salió expulsado, cuando apenas se jugaba el minuto 30.

"El árbitro fue muy estricto conmigo. Como jugador, sé que cometí un error. El técnico me corrigió de buena manera, por mi mala actuación. Lastimosamente fallé, pero creo que lo asimilé bien y no volverá a pasarme. Pido disculpas por lo sucedido".
Una expulsión y una lesión que lo excluyeron del Mundial. Una vez que cumplió el castigo de un partido, Esteban no estaba en capacidad de rendir y no fue tomado en cuenta para el juego de despedida contra Ghana.
"No me siento molesto. Todavía tengo la rodilla inflamada y me duelen algunos movimientos que hago. El Profe no creyó conveniente que yo jugara y uno debe acatar siempre las disposiciones del entrenador".
Santana reflexionó que, pese a celebrar partidos aceptables con Argentina y Ghana, la superioridad de esas potencias mundiales y la mala suerte contribuyeron para que los resultados no se dieran.
Como consuelo, la gran promesa saprissista de 17 años, que en Egipto no tuvo su oasis, desea tomarse una revancha en 1998, si es convocado a la selección juvenil, que jugará las eliminatorias regionales en Guatemala.