Él grita, ella se enoja; él insulta, ella empieza a llorar; él levanta su mano con gesto violento, ella abre la puerta y amenaza con irse si le pega de nuevo. Él, entonces, baja el tono, le suplica que se quede y le pide perdón como siempre lo hace. Ella se tranquiliza, pero se siente culpable de haber provocado la ira de su marido.
Y es que ella, como muchas otras, es una persona codependiente.
Según la psicóloga Marielos Hernández, la codependencia es un patrón que involucra a dos personas: una que presenta los síntomas -agresividad, alguna adicción, inmadurez u otros- y otra que adopta esos problemas como suyos para tratar de "salvar" a su pareja.
Esta segunda persona -la codependiente- alberga la esperanza de cambiar a la otra y siente que no se puede apartar de su lado porque eso sería hundirla.
"Existe codependencia cuando la conducta de la persona que está a nuestro lado influye en la nuestra y, al mismo tiempo, nosotros queremos controlar la conducta de esa persona", explica Hernández, que también es psicoanalista.
El término codependencia se empezó a utilizar hace varias décadas en relación a aquellas personas cercanas a un alcohólico o drogadicto, pues ellas asumen el problema como propio y se ven perjudicadas en su equilibrio emocional.
Hoy se habla de codependencia en un espectro más amplio y se aplica -principalmente- a las relaciones de pareja, ya sea un noviazgo, un matrimonio o una unión libre.
Lo cierto es que la codependencia es un proceso adictivo que afecta tanto a hombres como a mujeres, y el primer paso para superarlo -como en cualquier adicción- es que la persona reconozca que es codependiente.
Círculo vicioso
"Las personas codependientes tenemos un miedo terrible al abandono, somos capaces de soportar cualquier cosa con tal de no sentir la ausencia de la otra persona. Por eso vivimos en función de sus deseos y necesidades y nos olvidamos de nosotros mismos".
Así define su problema una integrante del Grupo de Mujeres Codependientes a las Relaciones Dañinas, quien prefiere mantener el anonimato. Ella tiene 38 años y hace poco se separó de su segundo esposo, un drogadicto que la agredió durante los siete años que estuvieron juntos.
Pero, ¿por qué una persona puede temer a la ausencia de su agresor? Precisamente, porque asume que su misión es salvarlo y construye su vida en función de él, de modo que no sabe qué hacer si llega a faltar; es decir, depende de él.
"El codependiente elabora una serie de estrategias para el rescate de la otra persona: trata de que todo esté perfecto en la casa y evita cualquier cosa que lo pueda hacer reaccionar. Por ejemplo, si se trata de un alcohólico, el codependiente evita el contacto social y se aísla él mismo con tal de que su pareja no se exponga a una situación que lo haga recaer", detalla Hernández.
Así, la situación se convierte en un círculo vicioso: por un tiempo, el codependiente logra su objetivo y crea la fantasía de que ya todo está bien, pero el agresor vuelve a actuar en algún momento, luego pide perdón y asegura que no lo volverá a hacer. El codependiente, entonces, piensa que falló, se siente culpable de haber provocado la agresión y justifica al agresor.
Estas situaciones pueden extenderse por muchísimos años. Por si fuera poco, no solo destruyen emocionalmente a la pareja sino, también, a los hijos -en caso de que los haya- porque el codependiente los involucra a ellos en sus "estrategias" y hace que los pequeños hagan lo posible para salvar al agresor.
Incluso Hernández afirma que este patrón suele repetirse generación tras generación pues muchas personas codependientes son hijas de alguien que también lo fue.
¿Terminar la relación?
Según Hernández, por lo general un codependiente no se percata de su problema sino hasta que entra en periodos depresivos que no logra manejar por sí solo. Por ejemplo, pierde las ganas de empezar un nuevo día, disminuye el rendimiento en su trabajo, no puede dormir y, a veces, se siente enfermo.
En ese momento la persona debe convencerse de que es a sí misma a quien debe salvar, no al otro, y para ello necesita que alguien la ayude a superar la codependencia.
"Los codependientes pensamos que el problema está en la otra persona, que solo ella debe cambiar. En realidad, debemos darnos cuenta que nosotros tenemos un problema porque toleramos esa situación y seguimos viviendo con alguien que nos agrede, cuando lo lógico es que uno corte una relación si sabe que le hace daño", manifiesta la mujer que habló con Viva .
Hernández afirma que un terapista profesional debe atender a la persona codependiente porque los amigos y parientes suelen tener muy buenas intenciones, mas no el conocimiento necesario para ayudar en esos casos.
Según dice, a veces es la persona que tiene los síntomas -el agresor- quien toma la iniciativa de buscar ayuda, pero el codependiente dificulta su recuperación porque siente que se va a quedar sin alguien a quien rescatar.
Así, el psicólogo debe valorar cuál es la terapia que más conviene según el caso, ya sea que atienda a los dos miembros de la pareja juntos, por aparte, o solo a uno de ellos.
Mediante la terapia también se puede definir si es posible reconstruir la relación sobre bases nuevas, o si es mejor que las dos personas se separen.
Según otra integrante del Grupo de Mujeres Codependientes a las Relaciones Dañinas, quien también mantiene el anonimato, este ofrece un buen complemento para la recuperación de las personas que sufren su problema (Véase el recuadro Apoyo mutuo ).
"Nos basamos en los mismos principios que se utilizan en los grupos de Alcohólicos Anónimos: conversamos, reconocemos que tenemos un problema y que necesitamos cambiar ciertas áreas de nuestras vidas. Nadie critica ni le dice a la otra lo que debe hacer, solo compartimos experiencias con la idea de que eso nos haga reflexionar y pensar en nosotras mismas para buscar nuestra propia felicidad", concluye.
Apoyo mutuo
Esta es la información del Grupo de Mujeres Codependientes a las Relaciones Dañinas, que mantiene un carácter anónimo:
Reuniones: Todos los lunes, a las 5:30 p. m.
Lugar: Centro Alquimia, en Rohrmoser.
Costo: Se pide una cuota voluntaria.
Teléfono: 231-0014.