A este domingo se le llama del "buen pastor", por la alusión que se hace en el evangelio a Jesús que dice de sí mismo: "Yo soy el buen Pastor".
El evangelio incluye parte de un polémico discurso de Jesús dirigido a los fariseos que no aciertan a reconocer en él al enviado del Padre, el Mesías salvador, buen Pastor.
En contraposición de los fariseos, Jesús se presenta como "el buen pastor", el verdadero, el perfecto, el modelo de los pastores. Y en su condición de buen pastor arriesga su vida por el rebaño y hasta la da, rubricando con ese gesto lo que había dicho: no hay amor más grande que dar la vida (véase Juan 15,13).
Por el contrario, los fariseos, dirigentes del pueblo, son mercenarios a los que no interesa el rebaño sino las ventajas que pueden obtener de las ovejas en provecho propio. Pastores cobardes, incapaces de arriesgar nada, que dejan el rebaño a merced del enemigo.
Jesús es pastor y dueño de las ovejas y, en ese sentido, encarna la larga tradición de la historia de la salvación en la que Dios aparece frecuentemente como el pastor de Israel, fiel a la alianza, a la promesa de tenerlo como "su pueblo", guiarlo y defenderlo. Ahora Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, está incluso comprometido a entregar libremente su vida en favor del nuevo Israel.
En su condición de buen pastor, Jesús conoce a sus ovejas y es conocido por ellas. (El término "conocer", en el lenguaje bíblico, significa intercomunicarse con amor. Conocer es amar). Y, bien, ese conocimiento, ese amor entre Jesús y sus ovejas es como una prolongación del existente en el seno de la Trinidad entre el Padre y el Hijo: "Igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre". Y, por lo mismo, porque conoce a las ovejas, porque las ama, da su vida por ellas: "Yo doy mi vida por las ovejas".
Dios es vida; Jesús es vida, y ese conocimiento y amor en Dios y en la relación de Jesús con las ovejas se resuelve en la comunicación y la participación de la misma vida. Algo más arriba, en el versículo 10, Jesús dice que ha venido para que nosotros, sus ovejas, tengamos vida y vida abundante.
Con Jesús se abre un nuevo horizonte, un nuevo Israel, un redil abarcador al que pueden entrar a pertenecer, en igualdad de oportunidades, judío y gentiles. También quienes no son judíos están llamados a la salvación, a entrar en el redil, a ser parte del gran rebaño, el nuevo pueblo de Dios, la iglesia de Jesucristo.
Según el plan de Dios y el propósito de Jesús habrá un solo rebaño bajo un solo pastor. El rebaño de una única Iglesia judeogentil con Cristo a la cabeza como pastor. ¿Cuándo ocurrirá que todos sigamos a Jesús y todos formemos un solo rebaño, una sola iglesia? Hay que seguir orando para que así sea cuanto antes.