Los principales medios de prensa de Japón recogieron hoy con profusión las imágenes difundidas la víspera de la princesa imperial Masako y su hija Aiko, quienes ayer viajaron, por primera vez en un año, a la residencia campestre de Nasu.
El video y las fotografías proporcionadas por la Casa Imperial nipona ofrecieron una atmósfera de normalidad, que contrastó con la la tormentosa polémica originada por la larga depresión de Masako, esposa del heredero al Trono del Crisantemo, Naruhito.
El video, grabado por el propio príncipe Naruhito, mostraba a su hija de dos años jugando, enseñando un libro de cuentos, cantando una canción infantil, asombrándose ante un arpa, o simplemente charlando con sus padres.
Aiko es la hija única de los príncipes, pero, según la estricta ley de sucesión imperial japonesa, sólo un varón puede acceder al trono de la monarquía más antigua del mundo.
Princesa triste
Desde su boda, en 1993, Masako ha soportado fuertes presiones para que tenga un heredero varón que perpetúe la línea imperial nipona.
Cuando nació Aiko, en 2001 y tras un aborto que frustró el primer embarazo de su madre en 1999, se desató un debate en Japón sobre la necesidad de reformar esa ley sálica sobre la sucesión imperial.
Las imágenes visuales y las fotografías proporcionadas por la Casa Imperial nipona causaron algo de perplejidad en la prensa japonesa, que desde hace meses seguía la enfermedad emocional de la princesa Masako, que en diciembre del año pasado suspendió sus obligaciones sociales.
¿Dónde está?
Esta “desaparición” de la vida pública de la princesa Masako, de 40 años, levantó una ola de rumores y causó una inusual persecución mediática por parte de la familia imperial.
En mayo pasado, Naruhito, de 44 años, acudió sin Masako a las respectivas bodas de los príncipes Felipe de España y Frederick de Dinamarca.
En aquel momento, el príncipe heredero nipón ocasionó un gran revuelo al señalar – antes de partir hacia Europa– que Masako no le acompañaría porque se reponía de una dolencia vinculada al estrés.
El príncipe Naruhito explicó en aquel momento que los responsables del estado de salud de su esposa podían encontrarse en la rígida Casa Imperial nipona.