Hasta el último round (Play it to the Bone). Dirección y guión: Ron Shelton. Fotografía: Mark Vargo. Música: Alex Wurman. Con Woody Harrelson, Antonio Banderas, Lolita Davidovich, Lucy Liu, Tom Sizemore, Robert Wagner.
Estadounidense, 1999. Estreno.
El boxeo inspiró un gran libro ( El combate , de Norman Mailer), una gran película ( El toro salvaje , de Scorsese), cuentos memorables desde Jack London a Julio Cortázar, autobiografías de lujo ( Muhamad Alí ) y una leyenda de oro que los iniciados guardan secretamente.
¿Por qué? No es fácil decirlo. Yo veo allí un homenaje público al hombre de la extrema soledad, el boxeador, quien dispone únicamente de sí a la hora de la guerra, y por ello hace que la victoria o la derrota se vuelvan hechos existenciales. La vida, a su alrededor, se tiñe así de color fatalista, supersticioso, mágico, emotivo.
Hasta el último round asoma la cámara a este mundo, a partir de un tema inédito. Dos amigos y púgiles derrengados de Los Ángeles Vince (Harrelson) y César (Banderas) tendrán que medirse en una pelea preliminar a la de Tyson en Las Vegas. Los acompaña Grace (Davidovich), eterno femenino de ambos.
El caso no responde a los arquetipos si uno toma en cuenta que la amistad siempre fue obstáculo mayor para poner a dos gladiadores en el mismo cuadrilátero. Tenemos ejemplos de amistades nacidas después de la pelea, no de amigos que pactan romperse la nariz.
La idea, bizarra, duerme el sueño de los justos. Habrá que digerir primero una road movie larga, larguísima, parlanchina, ruidosa, engreída; y luego arribar al Mandalay Bay y sus celebridades: el promotor Bob Arum, el manager Lou Duva, el anunciador Michael Buffer, el comentarista Larry Merchant, el árbitro Joe Cortez y los pugilistas George Foreman, Mike Tyson y Joe Maxim, junto a ciertas estrellas habituales del ring-side: Tony Curtis, James Woods, Wesley Snipes, Kevin Costner: una especie, ni lo dude, de parque temático animado.
Pero surge una sorpresa. A la hora del combate, Harrelson y Banderas se paran bien, juegan el juego de la verdad a los puños y el cuadro de la pantalla emite ráfagas ahora sí de auténtico cine, logrando que olvidemos la flojedad del resto.
Yo diría que Hasta el último round , mire usted, es una de aquellas películas malas que igual deben verse, no por la apreciación de conjunto sino por los pocos minutos de aciertos parciales. Sobre todo porque dichos aciertos provocan una reacción de buena onda cineística y uno ¿que esperaban de mí? es un alma agradecida.